YO: “En el principio, había dos hermanos, llamados Luz y Oscuridad. Ambos jugaban entre sí, pero sus contornos se perdían, siendo imposible para ellos mezclarse. Entonces, decidieron concentrar todas sus fuerzas, y la Luz creó al Sol, y la Oscuridad creó la Luna. Ambas se convirtieron en hermanas, y jugaban por los cielos. La hermana Sol y la hermana Luna, se encontraban en cada vuelta para jugar un nuevo juego, y un día, decidieron crear a nuevos hermanos a los que contemplar. Así, nacieron la Tierra, el Agua, el Fuego y el Aire, y juntos crearon el Mundo. Sol y Luna giraban a su alrededor para contemplarles, pero la Oscuridad se puso celosa de sus otros hermanos, porque cuando Sol y Luna jugaban en la luz, él permanecía oculto del otro lado. Entonces, decidieron hacer algo para que su hermano triste pudiera jugar con ellos. Cada ciertos meses, el Sol y la Luna se unirían de tal forma, que proyectarían una sombra sobre el Mundo para que la Sombra y la Luz pudieran jugar juntos. Durante lo que llamamos Eclipse, el espíritu de los 4 hermanos del Cielo se unen a los espíritus de los 4 Hermanos del Mundo, y juegan libres. Se preguntarán qué buscaba la creación con jugar este juego incesantemente… Pues la única meta era poder divertirse, poder ser. Este es el Tercer Regalo del Tercer Reino Espiritual: el objetivo, la meta. La Luz, la Sombra, el Sol y la Luna, los 4 Elementos de la naturaleza, juegan con la creación, brillan, irradian siendo quienes son. Ellos saben que la única meta de la existencia es ser ellos mismos, es encontrarse y brillar por lo que son. Así que esta es la tarea del alquimista: reconocer que la meta es brillar como el oro.” Mensaje de Merlín hoy en la Gran Pirámide…

SOY: Pues el alquimista que busca convertir el plomo en oro creyendo que el objetivo es hacerse rico creando objetos en lo exterior, no es un buen alquimista, ya que tú eres ese plomo, esa densidad que debe recuperar su brillo, y la única forma de hacerlo, es divirtiéndote, jugando con lo que eres, con tu verdad. Este juego de palabras en inglés sonando similares entre sí (oro= gold; objetivo, meta= goal), te recuerda la máxima verdad de todas.

YO: Que en el universo no existe ningún propósito, que el único objetivo, la única meta del universo es uno mismo… No importa dónde vayas, cuánto te expandas o fractalices, la única forma de conectarte al centro del Universo es brillando por ti mismo.

SOY: Hoy os dieron varios mensajes. Uno de ellos fue recordar que sois acordes musicales, tres notas que combinadas generan coherencia y resonancia. Cada nota representará al nivel mental, o emocional o físico, los cuales deben resonar entre sí para oírse la armonía. Entre todas las dimensiones, sólo se perciben las vibraciones, y si su sonido es armónico, con un murmullo podrás ser oído del otro lado del Universo. Pero si eres incoherente, no importa cuán fuerte grites, nadie te escuchará. Por ello, vuestros acordes musicales deben ser resonantes, “acorde” a los demás acordes. Así se crea la música. Y como toda música, posee ritmo, armonía y melodía. La melodía es aquella belleza inigualable generada por las altas esferas de vibración, mientras que las bajas esferas, como los mundos densos, marcan el ritmo musical: mediante el latido de vuestros corazones. El pulso del mismo es la base de toda melodía cósmica, y no puede haber una bella melodía sin un ritmo coherente. Es así como vosotros desde vuestros actos, sentimientos y pensamientos, pulsando en coherencia, diseñáis los Cielos que tanto anheláis ver y vivir. Un latido coherente genera armonía, dando lugar a la melodía celestial. Por esto no existe meta en las altas esferas, no existe a dónde ir para encontrar el bienestar, la felicidad, no existe el origen del universo. La única razón por la cual se os recuerda Volver al Origen, es porque el universo necesita que seáis Originales. Por ello, la meta no es el Origen del Universo, la meta es la Originalidad de vuestro Ser.

YO: Y nuestro ser está compuesto por la creación del Sol y la Luna, de la Luz y la Sombra, de los 4 hermanos que se volvieron materia, elementos.

SOY: Sois instrumentos para el universo, y no podéis escapar de esa verdad. Y por ello, debéis aprender a tocar vuestros instrumentos y hacer música con ellos. Estáis compuestos por Tierra en cada célula y hueso, estáis compuestos por Agua en la sangre y fluidos que fluyen en vuestro interior, estáis compuestos por Aire en el oxígeno que os da y os quita la vida, estáis compuestos por Fuego en el pulso y energía que enciende el motor de su magnetismo y amor. Los 4 elementos naturales son el peso de la luz y la sombra hechas materia, hechas “plomo” por la gravedad y la densidad del tiempo y el espacio. Los 4 son como las cuerdas principales de este instrumento, como un Bajo o un Violín, visto desde lo denso. Dependiendo de la afinación de las mismas, de la alineación entre ellas y la armonía alcanzada, estas simples 4 cuerdas podrán crear melodías, y hacer obras originales y únicas.

YO: Y ¿Cómo lograrlo?

SOY: Hay dos caminos necesarios a tomar. Hay que convertirse en el Sol, y a su vez, en la Luna.

YO: ¿Cómo sería eso?

SOY: Debes aprender a brillar y a la vez a reflejar el brillo de los otros. Los humanos están acostumbrados a ser como la Luna. Un ser emocional sin brillo propio que vive del brillo de los demás. No logra encontrar su luz interior, o se niega a hacerlo, en una constante dependencia emocional sobre los demás. El Sol, por otro lado, brilla tan fuerte con su propia luz que no se permite ver sus propias sombras, y no puede contemplar el brillo de los otros, opacándolos con su luz.

YO: O sea que para poder ser originales no basta con encontrar nuestro propio brillo interior, sino también seguir reflejando el de los otros… ¿Es eso?

SOY: El universo no es un concierto en solitario. No estás solo en el escenario. Hay miles de otros músicos, y cada uno tiene su propio brillo, como las estrellas en una galaxia. Si todos se comportasen como planetas, sus sonidos no sonarían, y sólo tratarían de imitar el brillo de otro, ocultando sus verdades tras las sombras en su espalda. Así, el universo nos invita a recordar que no tenemos que imitar a otros, sino encontrar nuestra originalidad en un sistema fractal, en que todos somos iguales y a la vez originales. Y el gran músico que brilla, debe recordar que si no se deja iluminar por el brillo de otros, no podrá encontrar armonía en su melodía, pues una orquesta es un entramado de acordes, la música es una red de sonidos e instrumentos.

YO: Brillar como el Sol es reconocer el original que vive en mí. Brillar como la Luna es reconocer que necesito compartir ese brillo con los demás y nutrirme de la originalidad de otros.

SOY: Afinar los 4 elementos que te componen: la Voluntad del Fuego, la Fortaleza de la Tierra, la Creatividad del Agua y la Libertad del Aire, para hacerles brillar en ti como un Sol, creando Luz, y permitiéndote que el brillo de los otros ilumine tu Sombra. Allí radica la transformación y trascendencia del Ser, la capacidad de convertirse en algo trascendental. Alquimia. La Meta estuvo siempre en ti, tú eres la meta, y así te conviertes en Oro. Brillar proviene del latín “byrilium”, un mineral que hoy llamas Berilo, un compuesto químico entre Berelio (Be) y Aluminio (Al) que da lugar a piedras preciosas y brillantes como un diamante. El mismo da origen a la palabra inglesa “bright”, algo que reluce, del indoeuropeo “bhereg”.

YO: La mismísima alquimia…

SOY: Tal vez por ello, el Gran Alquimista Atlante, Thot, dejó su legado de las Leyes Universales, de la Lógica del Cosmos y cómo volverse dioses en la Tierra, escrito en Tablas de Esmeralda, pues la esmeralda es un Berilo, y más allá del conocimiento mental, el mismo quedó plasmado en un conocimiento práctico: convierte tu plomo en un mineral precioso.

YO: Aprender a brillar por lo que somos, originales, abiertos a ser iluminados por el brillo de quienes me rodean…

SOY: Y así podrás encontrar ese tercer regalo: brilla como el oro, pues tú eres la meta del cosmos.