YO: Abro mis ojos y veo su luz frente a mí. Le siento atravesarme, como la mirada más profunda que pueda ver, de la cual pueda sentir su mirada sobre mí. Siempre me pregunté por qué al referirse a él se solía decir “un ojo en el cielo”, el “gran ojo”. Pero al pensar en él hoy, creo saber por qué…

SOY: Cuéntame.

YO: Es como cuando alguien te mira fijamente y puedes sentir su presencia, incluso aunque esté detrás de ti. Una mirada tan profunda que puede ver directo a tu alma. Su mirada se equipara a la mirada de quien está enamorado, contemplando directamente a los ojos de su amante. El brillo de lo que ve le ciega, sabiendo que la irradiación, la belleza, la claridad, están allí, pero aún así no puede verle con total agudeza, no puede ver sus defectos, le ve sin imperfecciones y conflictos, y por lo tanto le idealiza, completa la imagen en su interior, y siente esa mirada en lo más hondo del ser, incluso si la misma no fuera real. Mirar al Sol es como estar enamorado, como perderse en su inmensidad, en sus ojos, en su brillo, y mientras más luz parece irradiar, menos puedo ver. La idea se vuelve expectativa, lo objetivo se vuelve percepción, lo humano se vuelve divino. Así, se ve al Sol como símbolo de Dios, como su ojo observando su creación, con una mirada penetrante y cegadora. Y de igual manera que los amantes idealizados, el Sol nos reconforta, nos da vida, pero a su vez, nos destruye, da calor, pero su irradiación nos vuelve mutantes, deformando lo que somos, matándonos en cada abrazo… Sé que es una visión tétrica, pero es la que mejor se me ocurre…

SOY: Tu visión del Sol no habla más que de la propia visión. Vemos al Sol como nos vemos a nosotros mismos.

YO: Qué golpe bajo…

SOY: Para eso estoy. Gracias. El Sol estaba frente a la constelación de Leo cuando naciste, haciendo que veas todo desde los ojos de un enamorado de sí mismo que idealiza el amor de los demás. Un ego que busca cegar a los demás, ser el centro, y que no tolera que las miradas de los planetas se giren indiferentes hacia otras estrellas…

YO: Buah… Sigue pegándome…

SOY: Desde luego. Porque el Sol, amigo mío, es tu Ego.

YO: ¿Cómo puede ser que el eje más iluminado del sistema en lugar de ser el espíritu sea el Ego?

SOY: Vaya… Sigues teniendo una imagen errónea sobre lo que significa el Ego. Recuerda: “ego sum… Ego eimai”.

YO: …Yo soy…

SOY: En latín y griego, “Yo” se dice Ego. El ego es el sujeto sobre el cual se deposita el peso de la acción, del Verbo. El verbo es la vibración creadora, el ser es la esencia que todo lo atraviesa, que es eterno, que genera la energía de movimiento incesante que crea el universo. Pero es el sujeto quien encarna al verbo. La manifestación de la palabra es quien le dice, quien crea a partir de ella, quien le vive. El verbo es el origen y fundamento de todas las cosas, pero el sujeto es quien le da sentido a dicho verbo. Es así que el Ser Infinito se limita, concentrándose en un punto fijo que llama individuo, y éste se convertirá en el punto de apoyo de toda la existencia.

YO: Yo soy el punto de apoyo de tu esencia… Todo tu potencial expandido se concentra en mí…

SOY: Como decían los griegos: eres mi “polós”, es decir, mi Eje. Un eje con dos extremos que llamas polos. Y tu polaridad genera la energía en su movimiento eterno, dando lugar a la expansión y la contracción, que genera la gravedad, atrayendo todas las partículas disueltas de la mente para manifestarla en forma de realidad. Un único ser, resultado de todas las cosas. El Ego se conforma, pues, de tu dualidad, de tus opuestos, que en su danza, crean atracción, que los humanos llaman enamorarse, llaman amor. Pero la única razón por la cual existe este eje polar, es debido a su giro, a su transformación, y por lo tanto, el amor en infinitamente incesante y mutable. Genera una gran cantidad de energía, y se expande en más manifestaciones, proyectado en otros individuos. Es así, que puedes conocer la primer manifestación del sujeto creado por la esencia…

YO: Una estrella…

SOY: Oh sí, ¿es bella verdad? Cómo la esencia de algo invisible se contrae para crear la más poderosas de las fuerzas. Hidrógeno, Oxígeno, Nitrógeno, Helio, a veces Amoníaco, Azufre, Hierro, Fósforo… Ínfimas y gaseosas manifestaciones de la vibración ordenadas en átomos por sus resonancias, su armonía; empiezan a colapsar creando más energía, más presión, más fuerza, generando un núcleo que despierta magnetismo, que crea un campo gravitacional que atrae a todas las partículas de gas sueltas, y las convierte en líquidas, en sólidas, más y más pesadas, dando forma a una masa incalculable de vibración y partículas interconectadas, creando la mayor de las energías. Nuestra estrella está compuesta de Hidrógeno y Helio, y su atmósfera es llamada Fotósfera, desde donde se irradian las partículas llamadas “fotones”, es decir: luz. Y de allí conoces su nombre.

YO: Sol…

SOY: Sol, proviene de la palabra indoeuropea “sawel”, que significa “brillar”. Puedes encontrarle en la historia siendo llamado “el que Brilla”, “astro brillante”, “radiante”, “dorado”, y según las corrientes, le conocerán con diferentes atributos. Para los pueblos del norte, Sawel fue llamado Sowilo, que dio origen a la runa vikinga “S”, símbolo de un rayo, refiriéndose a la Luz que viene de los cielos. Las lenguas sajonas le llamaron Suwen, que dio lugar a Sunnan, y de allí Sol en inglés (Sun). Por más que desde la Tierra se le vea como un astro único, el Sol no es más que una estrella enana, pequeña comparada con otras de su vecindario. ¿Te acuerdas de cuando ayer dijimos que la Tierra comparada a Júpiter equivaldría a una canica comparada a una pelota de fútbol?

YO: Sí… Que unas 1400 Tierras podrían entrar dentro de Júpiter.

SOY: Pues ahora piensa que Júpiter es la canica, y es éste gigante gaseoso que podría entrar 1400 veces dentro del Sol.

YO: Wow… Es… Demasiado grande!

SOY: Deja a la Tierra como del tamaño de la cabeza de un alfiler comparado a la pelota de fútbol. A 1.400.000 km de la Tierra, aproximadamente, su brillo tarda 8 minutos en tocarnos, y cuando lo hace, no logra hacerlo con toda su fuerza. El campo magnético de la Tierra nos protege de todos los rayos solares que nuestros ojos no ven pero que destruyen nuestras células. La piel existe en nuestro cuerpo para protegernos de estos rayos de la misma forma que la atmósfera nos protege de la radiación solar. Aunque no siempre puede con ello, y la misma penetra al interior de la Tierra, atrapando estos fotones, permitiendo la acumulación necesaria de calor que mantiene a nuestro mundo a una temperatura ideal para la vida. Pero si se eleva, es igual que poner a un ser vivo en un microondas. A grandes niveles de radiación, los electrones que componen los átomos del cuerpo empiezan a vibrar más alto y rápido, dando la sensación de calor, y haciendo el efecto contrario a la presión, reventando. Pero con la más mínima influencia de esta radiación, suceden cosas muy interesantes.

YO: ¿Qué cosas?

SOY: La evolución. Muchos pueden pensar que el Sol otorga vitaminas para el cuerpo, necesarias para la vida. Pero no es así. Las vitaminas no se encuentran en la luz solar, sino en los minerales de la Tierra. Al ingerirlos, los mismos permanecen en el organismo, pero inactivos, a no ser que la radiación solar los encienda y ponga en actividad. El Sol, su luz, los fotones que emana, generan una sensación de caldero, es el fuego que activa los químicos que ya están en el agua, y sin tocarles por la capa de barro que constituye la olla, que protege los ingredientes, el fuego altera los electrones, disolviendo y realizando alquimia con los químicos del compuesto. Es así que no es que los nutrientes o vitaminas lleguen del Sol, sino que el mismo es la fuerza que les activa en ti. Y de la misma forma, estos fotones realizan esta alteración en las células, produciendo mutaciones genéticas, que propician la evolución.

YO: O sea que somos mutantes de la luz…

SOY: Exactamente. La luz es la que nos diseña, es la que nos destruye, impulsa, moldea. La luz del Sol produce nuestros cambios más ínfimos que determinan los destinos más grandes. Y su fuerza y poder es tal, que así como la Tierra arrastra consigo a la Luna, el Sol arrastra a todos los planetas, asteroides, cometas, hasta que pierde su fuerza en los límites de la Nube de Oort. El Sistema Solar, con el Sol y todos los planetas, entra en la cabeza de un alfiler si tomas a Oort como la pelota de fútbol.

YO: Es gigante…

SOY: Es el límite de la gravedad Solar, es hasta donde los efectos de su potencia llegan a acariciar a las rocas que parecen perdidas en el espacio. El Sol es un grano de arena en la Galaxia, pues su tamaño es de los más pequeños comparados con otros. Siguiendo la comparativa, hay estrellas que poseen el tamaño de la nube de Oort.

YO: ¿Qué? O sea… No cabe en mi cabeza, es… Demasiado grande!

SOY: Y sólo he hablado de una galaxia estándar como la nuestra.

YO: Todo es muy grande…

SOY: Y todo es tan expansivo, que puedes perderte en su inmensidad. No eres nada. Sientes que tienes el tamaño de un electrón viajando alrededor de un protón que es la Tierra, que forma parte del átomo que llamas sistema Solar, dentro de un órgano llamado Vía Láctea, en el cuerpo llamado Universo, dentro del espacio llamado Cosmos.

YO: Apenas si existo…

SOY: Por ello, para no perderte en la infinitud, necesitas un punto de referencia. Por ello la Tierra no gira libre por el cosmos, sino que se referencia al eje de una estrella. Se enamora de su brillo, incluso sabiendo que el mismo no es real. Es ínfimo, pero se aferra a él como su único amor, y le reconoce como tal, pues es su amor el que le da sentido, que le da un propósito.

YO: Por ello las estrellas son los Egos, ¡son los puntos de referencia que tienen los atributos de un ser! Mercurio es la comunicación, Venus las relaciones, Tierra es la generación, Marte la voluntad, Júpiter el propósito, Saturno el tiempo, Urano las creencias, Neptuno lo trascendental, Plutón los cambios, y todos ellos son atributos del Sol, surgidos de él, buscando integrarse a él nuevamente. Es el Sol quien les sostiene, nutre, transforma, mueve… Me hace acordar a algo que un sacerdote en el templo de Horus, en Edfu, nos dijo: “Sois soles en una galaxia, y todas las personas que amáis son los planetas y satélites que os circundan; así es que vuestra capacidad y modo de brillar determinará si abrazáis a los demás, o si los abrasáis”.

SOY: El Ego es el eje que sostiene todos los atributos físicos, emocionales y mentales que el Verbo, la Idea, la Emoción han generado. Les unifica dándoles sentido, lógica, intención. Todos se referencian a él, pues de él surgen. Así, todas las luces que ves a tu alrededor no son más que el reflejo de tu propia luz sobre sus pieles. Aquellos que revolotean como buitres en sus órbitas a tu alrededor, de cerca, son aquellos que has apegado, atraído a ti por tu propia fuerza. El Sol es ese gran solitario, que reconoce que no está acompañado, sino que se da cuenta que todo lo que ve a su alrededor es su propio brillo, que por no poder verse a sí mismo, le observa en los demás. Es aquí cuando el ego busca dominar el brillo ajeno o imponer el propio. Cuando el Sol en lugar de abrazar lo creado, lo abrasa con su fuego. El ego es una herramienta de doble filo, capaz de crear o de destruir, de vivir el estrellato o terminar estrellado.

YO: Si el Ego es el Sol, entonces no debo apagar su brillo, sino encontrar la manera de brillar dando vida, y destruirle…

SOY: Para ello debes reconocer varias cosas. En primer lugar, que para no dañar la vida a tu alrededor y ser capaz de promover la evolución, necesitas del cariño, de la dulzura, suavidad y amor, uno de los grandes retos de este mes Acuariano en que se busca brillar sin tener que relegarse a la suavidad que necesitan sus reflejos. En segundo lugar, recordar que el Ego es la herramienta del Ser Cósmico para referenciarse, y por lo tanto, valorarlo como el ancla de la existencia. En tercer lugar, no tener miedo a brillar, a ser quien eres, sin importar el tamaño de tu ser, el color, la intensidad. Brilla. Cuarto, reconocer que tú eres el creador de la realidad que te rodea, y que estás solo en el mundo de tus proyecciones. La Soledad, estar Solo, se compara al Sol, un astro solitario rodeado de rocas gaseosas y minerales, que se consume a sí mismo. Un astro que atrae los demás hacia sí, buscando la iluminación sin ver que ya brilla por sí mismo. Debes honrar la individualidad y originalidad de tu brillo, y sólo así sostendrás a tu sistema Solar.

YO: ¿Cómo hago?

SOY: Si has nacido con el Sol estando en Leo, saca a flote los mejores atributos del Leonino. Has honor a tu sol personal, al brillo de tu ego, sin temor, sin juicio, sin expectativas. El Ego es el centro que manifiesta la existencia, semilla del gran campo universal, con el potencial de ser un árbol. No juzgues a la semilla por extender raíces hacia las sombras, pues allí el ego está buscando los nutrientes. No juzgues al ego por querer llegar alto a la Luz, pues está buscando su lugar en el mundo. No juzgues al arbolito por querer tener las hojas más verdes, las flores más bellas, pues así atraerá a las abejas y mariposas. No juzgues sus frutos, pues es parte de la biodiversidad necesaria. Un bosque que produce sólo un fruto no es rico, es el más pobre de los cultivos.

YO: Debo ser como el Sol… Aceptar mi brillo, no dejar que se apague, y reconocer que lo que veo en los demás es mi propia luz, la cual si me duele, será sólo para mostrarme que mi fuego, en lugar de calentar, está quemando. El Ego se regula en la autorreferencia… Cuando reconozco que soy el único que está sosteniendo esta realidad que me rodea… Mi propio Sistema Solar.

SOY: Eres una Estrella… ¿Qué esperas para brillar?