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YO: ¿Cuál es mi propósito?


SOY: ¿A qué te refieres?


YO: Es decir… Algo que sucede cuando comenzamos a indagar en la existencia, es que se pierde el sentido de todo lo que hemos creído hasta ahora. Y por más que hayamos pasado alguna vez por esta sensación, no significa que no volvamos a transitarla.


SOY: La pérdida de propósito…


YO: Mira, sé que para ti es difícil comprenderlo, pero desde la visión del ego, esto es totalmente destructor, elimina casi hasta la esperanza. Me explico. Hemos dicho que los primeros 4 planetas (Mercurio, Venus, Tierra y Marte) se refieren a los pilares del Cuerpo Físico. Así el aprendizaje comunicativo, la vinculación emocional, la manifestación de realidades y la fuerza de la voluntad constituyen los principios de un individuo. Respirar, Comer, Dormir y Reproducirse, las cuatro necesidades claves de un ser vivo basado en la biología. Todas las personas vivimos así. Referente a Mercurio, tenemos esa necesidad intrínseca de la inspiración y la exhalación, y por lo tanto de tomar algo de afuera y entregar algo desde adentro, de ver en el otro lo que me falta, y al comunicarme, me completo. Así pues, tengo algo delante hacia lo que me muevo, que busco, que es el otro. Luego, genero un vínculo con el otro, una relación, desde la madre en mi gestación hasta los amigos de la vida, pasando por la familia, los amores, los hijos, e incluso los enemigos; con todos encuentro esa reciprocidad energética, depositada en el otro. Y con el otro manifiesto, creo, logro experimentar lo que soy capaz de crear, expresando el arte interno que sólo puede generar la Tierra, en el gozo de vivir en comunidad. Y así llega Marte, que me hace salir de la magia de los 3 planetas anteriores diciéndome que debo hacer cosas con los demás y por mí mismo, que me habla de trabajo, de metas, objetivos, de poner la fuerza delante, el típico “llegar a fin de mes”, buscar algo que te llene en la vida. Los 4 juntos hablan siempre de avanzar, de evolucionar en relación al otro, de hacer todo por sobrevivir como individuo en un grupo, de tener siempre cosas que hacer hacia delante.


SOY: De tener un propósito diario o de vida… De “Pro” (delante) y “Posit” (puesto, de poner), o sea: lo que está puesto delante.


YO: Sí, así vivimos los humanos, todos los seres vivos. Avanzando hacia delante. Y así se crea nuestra idiosincrasia. Tener dos ojos delante nos hace mirar lo que está enfrente. Dos orejas apuntando delante nos hace prestar atención a lo que viene. Las manos hacia delante nos hacen construir futuro. La nariz delante en el rostro nos hace prestar atención a lo que se acerca. La boca hacia delante no sólo alimenta sino que nos defiende de lo que nos ataca de frente. Estamos construidos para mirar adelante, para caminar adelante, para sentir adelante, y por esto construimos futuro, poniéndonos metas delante, en el horizonte, siempre esperando encontrar algo nuevo y trascendental más adelante. Desde que nacemos estamos destinados a buscar una salida, obtener algo nuevo que nos espera afuera en una experiencia, en tomar para nosotros lo que encontremos, aprender, relacionarnos, mirar de frente, estudiar, trabajar, realizar un proyecto. Toda nuestra psicología se proyecta hacia delante, y estamos condicionados a crear propósitos que nos hagan seguir avanzando, abriendo camino en la vida…


SOY: El propósito es un programa…


YO: Ahí quería llegar con esto. Que es un programa. Y mira que lo hemos hablado ya mucho… Pero la programación física, justamente, hace que aún sea difícil de asimilar.


SOY: Porque tratas de luchar contra la idea de Propósito. Y no tienes por qué…


YO: Pero… ¿Por qué cumplir con propósitos que sabemos que no existen? Me refiero a que cuando vas conociendo el universo, te das cuenta de que no hay nada delante, pues cuando avanzas sobre una esfera como un planeta, inevitablemente llegas al mismo sitio de donde saliste. Cuando ves que el Universo es una ramificación que tiene a la esfera, ves que tiempo y espacio son curvos, se contraen entre sí, dejan de tener la lógica de la física, y por lo tanto la idea de ir para adelante cambia por completo. De repente te descubres como aquella gota de agua que se liberó del hielo de la montaña recorriendo caminos, arroyos, ríos, avanzando en una dirección en la vida, superando obstáculos, todo para que al final del camino, te encuentres con el océano, donde ya no hay dónde ir, sino pertenecer, simplemente ser, y un día te vuelves vapor, nube, copo de nieve, y vuelves al mismo sitio… A recorrer los mismos caminos… Entonces, una extraña sensación invade a esa gota que eres: ¿Para qué?


SOY: Y llega la crisis existencial… El Cinturón de Asteroides…


YO: Ese momento en que todo parece atacarte, y sobre todo, tu propia psiquis. El cuerpo trata de sobrevivir generando miedos, infundiendo temores basados en la supervivencia. ¡Cuidado! gritan alocados, sabiendo que pueden perder todo control, que en cualquier esquina pueden morir ante la falta de sentido, de dirección, sin órbita fija, sumergido en la perdición y el caos.


SOY: La noche oscura del Alma…


YO: Y entonces… El sentido que antes habías dado a tu vida, los simples propósitos, pasan a ser insignificantes ante la grandeza de lo que se ve más allá. En el momento que logras atravesar la barrera que defiende la subsistencia, los objetivos banales que te has puesto en la vida, descubres algo mucho más trascendental: el Propósito del Alma.


SOY: Obnubilados los individuos por la maravilla del propósito álmico, pierden el sentido del propósito físico. Ya nada tendrá el mismo sentido, pues lo que antes era sensorial, ahora es sensato.


YO: ¿Qué quieres decir?


SOY: Eso que llamas “perder sentido”. Sentido viene de lo que se siente, y esta palabra surge de las sensaciones, de los 5 sentidos. El cuerpo percibe los propósitos como los has descrito, en función de lo que toca, degusta, ve, huele, oye. Cuando, tras las crisis existenciales, nos liberamos de la presión gravitacional del Ego, del Sol, de la subsistencia, desapegándonos de la presión orbital, del peso de la vida, los 5 sentidos dejan de otorgar información de la manera en que lo hacían antes, y se expanden siendo uno solo.


YO: El sexto sentido…


SOY: Donde hueles lo que oyes, donde oyes lo que ves, donde tocas lo que hueles, donde degustas lo que tocas… Donde los sentidos se unifican, y ya no puedes diferenciar los espacios, perdiendo sentido. Aunque en realidad no los pierdes, sino que ganas amplitud de percepción, lo que pierdes es la estructura o metodología del sentido.


YO: Ah… Ahora comprendo… Eso es lo que hace que a veces uno diga “Mis guías me dijeron” o “Vi un ángel”, pero cuando debes describir la manera en que lo has visto u oído, es complicado de describir, pues se siente muy diferente, con otros sentidos, donde ves sin ver, oyes sin oír…


SOY: Exactamente. Es la expansión de los sentidos hacia el Alma. Y lo que cambia, pues, es el sentido del río, el sentido de la vida es también la dirección que toma. Lo que antes eran metas dejan ahora de serlo, y se convierten en parte de un proceso sin fin, un ciclo eterno. Cuando puedes verle, te das cuenta que el propósito no está ligado a una sola vida, que sólo muestra una simple experiencia del agua, sino que está relacionada al ciclo de todas tus vidas y formas. Deja de existir el propósito como algo delante, como meta, como sentido, y pasa a ser parte de algo mayor, un ciclo que engloba todos los tiempos y espacios en sus diversas formas. Algo que sólo puedes relacionar al alma, a lo superior. Encuentras el propósito de la existencia. Y al abrir tus ojos, descubres un mundo aún mayor a cualquiera de los demás.


YO: Júpiter…


SOY: Júpiter es el planeta que regula el propósito del alma, la grandeza de tu ser, lo que engloba todas las posibilidades. Su gravedad y presencia en el sistema solar es enorme, mostrando la expansión a la que puede llegar tu ser. El propósito, visto desde la mirada de la Tierra, está relacionada al camino del héroe, el cual surge de los primeros nómadas que se atrevieron a lanzarse al horizonte. Normalmente, era el jefe de la manada, el padre, el guía, quien llevaba a un lugar seguro. La idea de seguridad estaba relacionada al día, a la luz y su claridad. El padre nómada guiando a su pueblo a un sitio donde vivir cómodos sus días, daba la idea de que el Padre era el Día, el padre era el Propósito, el Camino, la Luz, la Verdad… ¿Sabes por dónde voy?


YO: Sí… Es el nacimiento de la idea de Dios, un ser paternal, Padre de los Cielos, de la Luz, que nos lleva a un paraíso, que da sentido a la vida, que es el Camino a la Verdad.


SOY: El Padre Celestial nace de aquí, en tanto la Madre Divina surge del útero de la Tierra, las cuevas, la gestación de lo que está dentro del mundo, mientras el padre recorre el horizonte. Mirando hacia los Cielos, el Sol se veía como tal padre que camina desde y hacia el horizonte. En lengua indoeuropea, “Luz Diurna” se llama Dyeu, que da origen a la palabra Yovis en Roma y Zeus en Grecia, la cual en español acaba por dar origen a la palabra Dios (Zeus, Deus, Dius, Díos), y Padre se dice “Pitar”. ¿Cómo dirías, pues, “Padre de la Luz”?


YO: “Dyeu-Pitar”… Claro! Dyu-pitar… Djupitar… Jupiter.


SOY: Júpiter. El Padre de la Luz. Quien marca el camino, el propósito de un pueblo, de todos juntos. Por esto, los Romanos tenían a Júpiter como su deidad principal, padre de todos, custodio de Roma, del Imperio, quien venció al Tiempo que todo lo devora, trayendo claridad, consciencia, propósito, trascendencia.


YO: Así como para los griegos, Zeus era el Dios del Rayo, de la Luz…


SOY: Vuelves a ver aquí cómo los dioses nacen de conceptos, y no de seres reales. Que los personajes que se han hecho llamar como los dioses no eran más que seres que buscaban tener poder sobre otros relacionándose a sí mismos con conceptos que los humanos veneraban desde los principios. En los cielos, Júpiter se ve como una gloriosa estrella errante. Debido a que Venus representaba el surgimiento de la Vida, y Marte podía distinguirse claramente por su color rojizo, la siguiente luz errante que iluminaba moviéndose a lo largo de la bóveda nocturna como paseándose por su palacio celestial, tenía que ser el amo y señor de todo: Júpiter.


YO: Así nombraron a este mundo.


SOY: Sin saber que habían atinado muy bien, pues bastantes siglos después, con el uso de telescopios, pudieron ver la grandeza y opulencia de este mundo. Júpiter es el planeta más grande del sistema solar. El tamaño de este planeta gaseoso se equipara a unir 1400 Tierras, podríamos comparar a la Tierra, pues, como si fuese una canica al lado de Júpiter siendo una pelota de fútbol. Júpiter está compuesto en su mayor cantidad por Hidrógeno, y un porcentaje de Helio. Su núcleo es líquido y se fusiona con sus cientos de atmósferas gradualmente. Las presiones y velocidad de su rotación (un día de menos de 10 horas), hacen que este planeta no sólo sea el más veloz en su rotación sobre su eje, sino que prácticamente no esté inclinado y sea el mundo con mayor cantidad de tormentas y huracanes, dentro de los cuales algunos están activos desde hace siglos. Su belleza es incomparable, pues sus colores son más una obra de arte impresionista que la superficie de un planeta, más digno de ser el mayor cuadro de Van Gogh que de la interacción del Helio, el Nitrógeno, Amoníaco y el Sulfuro de Hidrógeno que le componen. Sus más de 79 satélites y sus invisibles anillos de Helio con sus auroras boreales y australes de color azul, además de sus intensos colores producidos por las distintas presiones que en forma de bandas dividen el planeta, diseñando capas de vientos entre 300 y 500 km por hora de promedio, hacen de este mundo algo fascinante y magnánimo. Más allá de su aspecto físico, desde los principios, la mente humana le ha reconocido como quien guía, quien lleva al horizonte a las almas perdidas.


YO: Quien nos da el verdadero sentido, casi como una suerte de segundo Sol.


SOY: Un Sol que no ciega, que no quema, es el Sol fresco del Alma. El que inspira.


YO: Y me conecta al propósito del Alma…


SOY: Es quien muestra el camino eterno, quien te recuerda la búsqueda de la trascendencia del gran ser que eres.


YO: Pero… Luego de Júpiter, viene Saturno, haciéndome revisar la historia de este propósito. Personalmente, desde niño, me veo viviendo entre Júpiter y Saturno. Sin la necesidad imperiosa de sobrevivir y aferrarme a mi cuerpo, he estado deambulando casi toda mi vida entre la gravedad de los dos gigantes gaseosos, que aclaman mi atención. Saturno recordándome que debo mirar el pasado, mis vidas pasadas, construir mi futuro desde el presente, conectar los puntos flojos de mi red, ser capaz de enfrentar las cosas inacabadas y ponerme manos a la obra sanando y cosechando todo lo que he negado si de verdad quiero obtener la riqueza interior. Y por otro lado, Júpiter recordándome que he venido a cumplir un propósito fundamental, que he venido a hacer cosas grandes, y que no puedo evitarlo. Que mis vidas, desde hace miles de años, me dejaron, me dejé, un legado, mi “Gran Herencia”, sobre la que vengo escribiendo desde que tengo 13 años. Y he construido todo en función de estos dos mundos, hasta que, al entrar a la pirámide para comenzar el Yo Soy, este 2020, de repente vi cómo me alejaba de estos dos gigantes, vi cómo hacía tiempo vivía en el mundo de las ideas, en Urano, en lo espiritual, y me reconocí habiendo vivido sin los pies en la Tierra, deambulando como un alma en pena, un espíritu errante, volando en el aire espeso de mis pensamientos. Y cuando pronuncié Yo Soy, y resonó en la Red, vi Neptuno, y vi la gota, en una corriente oceánica, dándose cuenta de que era Océano, y más aún, dándose cuenta de que era agua. Me vi el agua que realiza los ciclos en la Tierra, pero también el agua que flota en cada mundo, el Agua de los satélites de Júpiter y Saturno, el agua de los cometas, de los anillos saturnianos, el agua que se expande en el cosmos. Y de repente, vi cómo ese agua tampoco cumple un ciclo, simplemente “es”. Y el propósito de Júpiter desapareció. Mi alma se vio obnubilada por la expansión del espíritu, y allí vi cómo nada realmente tiene sentido, y cómo ni siquiera el sexto sentido del alma realmente tiene lógica… Y volvió a suceder… Júpiter quedó pequeño, el ciclo del agua pareció una trampa, una prisión absurda, pues el gran propósito álmico de conectar la Red Planetaria, de sanar la historia de 12 mil años, de construir una civilización consciente, toda la grandeza, se convirtió en una gota en el océano universal… Entonces…


SOY: Volviste a ver el programa. Pero esta vez mucho más grande.


YO: Sí… Como ya lo hemos dicho, no hay propósito… Entonces, ¿de qué me sirve Júpiter?


SOY: ¿De qué te sirve ser humano si no existe ningún humano?


YO: ¿Cómo?


SOY: Tu cuerpo no es más que una aglomeración de partículas que sólo se han unido para ahorrar la energía que generan los filamentos cuánticos de la vibración que da lugar a los átomos. Lo que percibes como tiempo, espacio, procesos; no son más que la interacción armónica de partículas que no poseen ni tiempo ni espacio, pues le crean. Tu pensamiento, tu filosofía, tu alma, no es más que la construcción de dicha interacción, que intentando mantenerse unida genera redes y sinapsis, programas repetitivos, algoritmos necesarios para mantener la funcionalidad de esta vibración. Visto así, no posees alma, ni espíritu, y tu cuerpo es una mera concepción irracional de una mente entretejida como utilidad sistemática.


YO: Wow… Me estás… Destruyendo…


SOY: Oh no… Te estoy construyendo. Es sólo que no lo estás viendo del punto de vista que esperas verlo. Quieres ver la cima de la montaña adentrándote en el valle. Quieres ver la grandeza del océano sumergiéndote en el abismo. Será imposible. “El Árbol te tapa el Bosque”. Tu programación ancestral necesita tener un propósito, alguien que te diga qué hacer, a dónde ir. Y lo que te olvidas es que no existe nadie en el Universo, sólo existe un único ser, sólo existe el Yo Soy, y todos aquellos que generan propósitos, que imponen sus mandatos, no son más que sistemas que tú mismo has creado, no Matías, no. Tú. ¿No lo ves? La grandeza de Júpiter no es recordarte que tienes un propósito, su grandeza es la que te recuerda que Eres el Propósito.


YO: Yo Soy el Propósito…


SOY: Pero no porque tú seas el objetivo de todo esto, no porque tu simple existencia signifique todo para el Universo, no. Sino porque tú eres esa partícula capaz de preguntarse, de hacerse la pregunta. Dentro de todo este sistema solar, tú, humano, te has hecho la pregunta.


YO: ¿Cuál es mi propósito?


SOY: Y por ello eres digno de crearlo.


YO: Crear mi propio propósito.


SOY: Es la mayor de las libertades, y la que más os aterra, pues implica reconocer que cuando te vuelves consciente estás solo, que no existe nada más, que no hay norte, no hay horizonte, que no hay arriba o abajo. Que tú eres Júpiter. No hay papá ni mamá en el Universo. Tú eres el creador y la luz.


YO: Yo Soy la Luz… Yo Soy el Camino…


SOY: Tú creas el propósito desde la esencia, y el mismo se multiplica a lo largo de todo tiempo y espacio, sin linealidad. Tú creas el propósito de aquellos que hace 12000 años comenzaron el camino. Tú creas el propósito que te une al futuro, tú creas cada paso que das hoy. No hay nadie imponiendo su mandato en ti, eres tú mismo creando las oportunidades de ser. No Matías. TÚ.


YO: …Yo…


SOY: Escúchame bien… TÚ.


YO: …YO…


SOY: ¡TÚ!


YO: ¡¡YO!!


SOY: Ahora sí estás listo para emprender el Camino. Crear tu propósito. Ahora sí estás listo para enfrentarte al Sol.

TAREA

EN BREVE

CÓDIGO

PRIMAVERA= Tras el éter viene el florecimiento de la vida con el agua, elemento que representará el proceso temporal de la primavera. Dicho concepto no hace referencia sólo al momento de florecimiento vegetal, sino que en todos los planetas, el periodo primaveral se entiende como un momento de expresividad en que un proceso de surgimiento, sea mineral, vegetal o animal, acontece.
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