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Ty: Yo Soy la Red Manifestada

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YO: Ayer mencionaste que uno suele enamorarse para evolucionar, es decir, que el enamoramiento es parte de un sistema de desarrollo del ser, y que el mismo puede darse de manera consciente o inconsciente. ¿Cómo sería enamorarse de una manera Consciente?


SOY: La consciencia habla de ese momento o estancia en que un ser tiene autorreferencia, momento en que puede volver sobre sí, doblar los conceptos proyectados en el afuera y reconocerlos como originados en el adentro. Este proceso se llama “Reflexión”, es decir, volver a flexionar, hacer una flexión, doblar, regresar doblándose hacia uno mismo. Enamorarse desde la Consciencia es salirse del centro por la propia voluntad de encontrarse, de descubrir, de experimentar, sabiendo que lo que encuentre no será más que una fracción de ese amor que surge de sí mismo y se fractaliza en el exterior. Así, el que se enamora conscientemente, libera al otro de su voluntad de soltar el centro, y se permite sentir y descubrir sin proyecciones o expectativas.


YO: ¿Y qué hay de la Inconsciencia?


SOY: La misma se enamora moviéndose de su eje pero sin voluntad propia, sin conocimiento de que aquello hacia lo cual se proyecta es un fractal de sí mismo. Se deja llevar por la potencia de la energía que se mueve en su interior, y no sabe cómo regresar al centro si pierde el objeto o sujeto de su enamoramiento.


YO: ¿Cómo sería un ejemplo de enamoramiento inconsciente?


SOY: Cada una de las relaciones amorosas que has tenido.


YO: Vaya golpe bajo me has dado… Te has aprovechado que estoy escribiendo esto en un bus, de pie, sin eje por tanto movimiento oscilante…


SOY: ¿Acaso me equivoco?


YO: No… No te equivocas. Igual alguna ha sido consciente.


SOY: ¿Cuál?


YO: Mmmm…


SOY: Lo suponía. Muchas veces creéis que tenéis relaciones conscientes porque confundís amar a alguien con amor consciente. Y en realidad no funciona así. Cuando amas, lo haces sabiendo que la otra persona es parte de uno mismo, esté o no presente en tu vida. Esto significa que el amor que sientes surge de ti, vive en ti. El amor no tiene vínculos, apegos, condiciones o límites, y por ello el amor no puedes sentirlo por otra persona, sólo puedes sentirlo en ti, en tu ser, y esto significa que el amor que sientes es lo que ya tenías dentro y que el otro sólo te ayudó a descubrirlo. En la idea o creencia de que es el otro el que te hace sentir el amor, pierdes tu eje, esperando la presencia del otro como un vaso de agua en medio de un desierto. Así, construyes la idea de que la salvación está fuera, y en lugar de amante te conviertes en devoto.


YO: ¿Devoto de un amor? ¿Qué sería eso?


SOY: Devoto es aquel quien tiene devoción por algo o alguien, y es la forma en que las personas conocen el amor. Devoción proviene del indoeuropeo “dyew”, significando “día, o luz”, que dio el concepto de “claridad”, así, los seres que otorgaban claridad a la vida, que guiaban con su luz interior, eran llamados “dyewa”, traducido como “iluminado”, que da origen a la palabra “deva”, y ésta a “divinidad”. Devoción es la acción de seguir u honrar esa luz en otro ser. El brillo de una persona, la luz que irradia, ciega u obnubila a los demás, siendo que esta luz se manifieste en los aspectos de la belleza física, o en la calidez del alma o la actitud espiritual. Como cualquier ser vivo, el individuo busca esta luz para sentir el calor, sentirse vivo, no perderse… Así, se sale de sí mismo considerando que él mismo no posee esta luz, y que sólo podrá ver si se acerca a la luz del otro. Pero la verdad, es que esa luz se enciende cuando sientes amor, y no es el otro quien siente este amor sino uno mismo. Así puedes intuir que el que ha estado irradiando mientras se hallaba enamorado, eras tú, no el otro. Sólo viste en el otro las aptitudes y cualidades que deseas despertar en ti. Y sientes la eternidad. Sin embargo, consideras que vives en las sombras, y sólo su luz puede quitarte de esta perdición.


YO: La vieja lucha interna entre bien y mal. A nivel cósmico e interdimensional, sucede lo mismo que a nivel humano: todos surgimos de un útero oscuro buscando la luz, y vivimos tratando de escapar a nuestras sombras en la constante persecución de los rayos lumínicos que nos guíen, mientras las sombras se hacen cada vez más potentes en el lado opuesto, cubriendo todo el espacio.


SOY: La imagen que proporciona el enamoramiento por devoción es muy simple: imagina que estás en una habitación cerrada y te encuentras en un rincón. De repente, cerca del otro rincón opuesto al tuyo, se enciende una luz de una lámpara que se encuentra en el suelo conectada a una corriente eléctrica (positivo, negativo). De repente, la luz ilumina toda la habitación, pero tú crees que no es suficiente, que debes acercarte a la luz para sentirte más seguro. Entonces vas avanzando cada vez más, paso a paso, más y más cerca de la luz. Canto más cerca de ella te encuentras, más difícil es tener una visión global de toda la habitación, y vas acotando tu campo de percepción, pero además, la luz se vuelve más intensa, y cuanto más fijo le mires, comenzará a cegarte, y no podrás ver nada a su alrededor, no tendrás más claridad del medio que te rodea, y sólo podrás ver la luz. Imagina que llegaste a estar justo sobre la luz, sentado casi sobre ella, y la misma está entre tus piernas. ¿Qué crees que pasaría si echas una mirada a tu camino recorrido? ¿Qué verías?


YO: …Mi sombra.


SOY: Tu sombra… Tan pero tan grande que cubriría toda la habitación, y sentirías tu espalda desprotegida, desconociendo todo lo que te rodea, sin consciencia de lo que hay allí. La razón por la cual existen las sombras en el universo; el mal, la oscuridad, no es porque la misma está en contra de la luz, sino porque tú, aferrándote a la luz como única respuesta, has negado el resto de la existencia, volviéndote devoto, dogmático, religioso, negando el mundo en pro de conseguir la iluminación, la salvación, de conseguir ese amor infinito. Tú creaste la oscuridad al negar la realidad. Buscando la luz como respuesta al mundo, es como quien se enamora del agua y la guarda muriendo de hambre por nunca regar las plantas que darían frutos y alimentarían su cuerpo. ¿Cómo se te ocurre pensar que la luz fue hecha para ser buscada, cuando la misma fue hecha para que puedas ver el mundo y la belleza que has creado?


YO: Tiene lógica… El problema, pues, es que nos enamoramos de la luz, cuando el mecanismo de enamorarse fue hecho para descubrir la belleza de todo aquello que ilumina la luz. Al hacernos devotos, sólo aumentamos la oscuridad, la negación, y conducimos nuestras vidas a la ceguera. Si caminase por la habitación aprovechando la luz en ella, descubriría miles de maravillas que enriquecerían mi ser. Sin embargo, al salirme de mi centro y colocarlo en la mismísima luz, acabo quemado, ciego, perdido, y temeroso de las sombras que me rodean. ¿Esto significa que los demonios que existen en el universo, en la Cuarta Dimensión, son mis propias sombras?


SOY: Son las sombras del ser de 3D, pero no sólo de un individuo sino de todo el sistema de 3D. Los demonios, palabra griega que significa “los males”, las sombras, son creaciones del subconsciente ante la negación de una parte de la existencia. El rechazo a una parte del ser, le quita consciencia, y por lo tanto luz. Así, lo que antes era bello, pasa a ser tosco, distorsionado, y por ende, tenebroso. Ver al mundo sólo con los ojos de la Luz, no hace más que crear mas oscuridad.


YO: ¿Qué debo hacer pues?


SOY: Enamorarte del Mundo. Descubrir la belleza en él. Mirar a las sombras con la misma devoción con que miras a la luz. Mirar a los rostros enemigos y sonreír.


YO: Hoy visitamos Abu Simbel, y en el templo, en la cámara sagrada, puede encontrarse las 4 estatuas de los dioses que custodian a Egipto. Horus, Ra, Amón y Ptah, siendo el último el dios de la creación del mundo denso, la materia y las sombras, la oscuridad. Siempre me gustó cómo los arquitectos y artistas pusieron a los 4 como hermanos, juntos a la misma altura, incluso haciendo el templo de tal forma que la luz del sol entre iluminando a los 3 dioses de la luz, pero no al de la oscuridad, sólo con la intención de que la luz no le moleste, y se sienta respetado y amado. Es la importancia de amar a todas las fuerzas de la creación por igual…


SOY: Lo que ignoras o no respetas, se hace más grande, y cobra fuerzas en tu contra. La devoción, pues, es un arma de doble filo, en que por buscar la luz con intensidad, terminas sumido en las tinieblas, pero en la cual si no buscas las versiones de esa luz, nunca saldrás de tus propias sombras. Sólo hay una única devoción capaz de unir ambas fuerzas en ti.


YO: ¿Cuál?


SOY: La devoción a ti mismo. El verdadero origen de la palabra proviene de la partícula “dé-” (hacia) y “votus” (promesa), hablar con solemnidad. Así, pues, irradia tu propia luz, crea tu propio mundo, encuentra en la constancia el camino eterno de regreso a ti mismo, creando en la palabra amorosa tu capacidad de creación y manifestación. Pues todo lo que existe se debe a ti. Regresa a tu centro, pues eres la fuente de todo lo que se proyecta en lo externo. Descubre la divinidad que hay en ti, y despiértala. Enamórate de ti mismo, y te enamorarás del mundo, pues lo que veas será gracias a la luz que surge de ti.


YO: Lo prometo, me miraré a mí mismo para ver el mundo, ese es mi voto en el amoroso camino de la evolución: antes de cuestionar al mundo me cuestionaré a mí mismo.


SOY: Yo Soy el único devoto de tu luz…


YO: Yo Soy el único devoto de tu verdad.


SOY: Pues unidos somos la única realidad posible, que irradia a toda la existencia.


YO: Soy la Luz y la Oscuridad…


SOY: Yo Soy el que Soy.

TAREA

EN BREVE

CÓDIGO

ESCORPIO= Y es justamente las necesidades lo que nos lleva al siguiente plano, sumergiéndonos nuevamente en las profundas aguas del alma. El veneno del escorpión puede matar o sanar, y ante un leve desequilibrio de la balanza, el mismo puede llevarme a ver lo más oscuro de mis necesidades básicas o mostrarme la capacidad interna de encontrar el alimento del alma más allá del físico. Por ello, escorpio será la constelación que nos recuerda la búsqueda más profunda en los barros del ser, en lo que que no queremos ver ni trabajar, así como la capacidad de encontrar las verdades más profundas.
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