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Tu: Yo Soy la Historia Manifestada

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YO: Veía el cielo hoy, graficado en el maravilloso templo de Dendera, la Casa de Hathor, diosa de la belleza, la luz, la vida y la creación; y no podía dejar de asombrarme por nuestro amor por lo que vemos en la bóveda celeste. Los humanos estamos vinculados a los cielos desde el principio de nuestra historia. En cada paso que realizamos, mirábamos al cielo para no perdernos. El Sol, la Luna, las Estrellas, eran nuestro mapa, una ruta que nos acompañaba más allá de la geografía. Más allá de las montañas, ríos, llanuras, bosques o desiertos y mares, los astros estaban allí. Creo que es por esto que al mirar al cielo, sentimos un anhelo familiar. Tal vez por ello decimos que las personas que mueren nos guían desde los cielos, como nuevas estrellas, indicándonos el camino como lo hicieron en la vida, guiándonos hacia el horizonte, a buen destino. Esa necesidad de mirar al cielo, a veces nos hace sentir que es porque extrañamos a las estrellas, pero tengo la sensación que el anhelo real no es volver allí, sino a lo que siento al mirarles.


SOY: Cuando el primer humano miró, contempló a los cielos, vio las maravillas más grandes que pudiera imaginar. Es el hogar de los dioses, donde todos parecen ir tras la muerte, sitio mágico, por ser intocable. No puedes tocar el Sol, ni las estrellas, y la idea de tocar la Luna era impensable. Esto generó una idea de divinidad, de lo inalcanzable, y por no poder tener experiencia de ello, la mente humana diseñó creencias, intenciones, expectativas sobre los cuerpos celestes, los cuales nutrieron su imaginación ilimitadamente, desde el primer momento que aquel ser pensante miró maravillado a los cielos, hasta los humanos de hoy que alzan la vista. Pero contemplar las estrellas no te lleva sólo a descubrir la grandeza del cosmos, sino la insignificancia de tu existencia.


YO: Nos sentimos pequeños. En el templo de Dendera, como en el de Karnak, podíamos ver cómo las columnas eran gigantes, casi para dioses, imposible de leer sus jeroglíficos por los humanos normales, con un techo tan alto que parecía innecesario. Y allí en la casa de Hathor, sobre los bellos capiteles cúbicos, la Caja Sagrada de la creación sobre cada una de las columnas Hatóricas, se escribía el cielo, tan lejos que es inalcanzable, casi invisible como el mismísimo cielo, decorado de turquesa y otros bellos colores, recordándonos que los dioses caminan por el cuerpo de Nut, el cielo, y nosotros permanecemos debajo, lejos de esa realidad celestial. La grandeza es tal que uno se siente ínfimo, y no parece haber otra opción que aceptar la cruda realidad: que ante la grandeza infinita del universo, no somos nada. Y eso duele, pues hemos crecido considerándonos el centro del mundo, del cosmos, y cuando te das cuenta de esto, es como si todo se desplomase.


SOY: Biológicamente, sois seres autorreferenciados. Esto significa que más allá del clan, del grupo, la sociedad, vuestros cuerpos buscan sobrevivir al punto de que seríais capaces de abandonar a los demás con el fin de seguir vivos. Hasta que no despierta la empatía cultural, no surge la necesidad de hacer todo por el otro, pues se interpreta que la supervivencia no es individual sino conjunta. Esta sinapsis de individuos fortalece a los humanos, que comienzan a crear ideas de referencia grupal. Los símbolos y tradiciones, se vuelven el centro de los individuos, que buscan mantenerse en grupo, referenciándose a eso que los une y les hace ser quienes son. De esta forma, a lo largo de la historia y el desarrollo de los individuos, el humano se consideró centro de todo, viendo a su propia cultura o pensamiento como eje central del mundo.


YO: Por ello todos siempre creen que su cultura es la elegida, o su país es el centro de algo importante y clave, o esa sensación que tenemos de ser importantes.


SOY: Es una necesidad biológica de supervivencia que desarrolló una psiquis de referencia autárquica, es decir, que vuelve al poder de uno mismo. Esto ha hecho creer que la Tierra está pendiente de los humanos, que los Dioses hacen todo por los humanos, que la tradición o religión propia es el camino verdadero, que somos el centro del sistema planetario, o el mismo centro de la galaxia, creyendo que el gira a nuestro alrededor.


YO: Pero llega un momento en que la supervivencia se deja de lado, y empiezo a pensar…


SOY: El inicio de la Filosofía, la búsqueda de las respuestas como único fin eterno, no de la vida, sino de la sabiduría. Así, se trasciende el miedo, para asombrarse con lo que antes nos parecía aterrador: el infinito y lo finito. Al descubrir cómo funciona el mundo, el sistema solar, las estrellas, dejamos de estar en el centro, y empezamos a darnos cuenta de que estamos en un rincón ínfimo de la galaxia, ni siquiera en un punto estratégico, sino que en un brazo galáctico común, sin importancia relevante para nada, y llegamos a saber que la Tierra en su totalidad, dentro del universo, se equipara al tamaño de un grano de polvo levitando en el ambiente de una pequeña habitación dentro de planeta.


YO: Nada… Prácticamente invisible.


SOY: Así te das cuenta que todos tus actos afectan sólo a tu entorno, y que ni siquiera salen de esta mota de polvo estelar. Contemplar la grandeza del cielo, pues, no hace más que mostrarte una cruza realidad.


YO: ¿Cuál?


SOY: Que todo lo que fuiste, eres y serás está vinculado sólo a esta mota de polvo. Y que por lo tanto, cuanto más miras a las estrellas, más reconoces la importancia de la Tierra.


YO: ¿En qué sentido?


SOY: En que tuviste suerte de ser uno de los pocos seres conscientes en un mundo orgánico que desarrolló vida y evolucionó, de entre todos los planetas y galaxias muertos que existen en el cosmos. Al mirar la grandeza del cosmos, ¿no te parece más asombroso el hecho de que tú existas y puedas hacerte estas preguntas mirando a las estrellas?


YO: Claro… Es verdad. Buscamos salir de la Tierra, alejarnos de este mundo, obnubilados por las cosas que puedan existir en otros mundos y sistemas, cuando no pensamos en lo afortunados que somos de haber tenido la posibilidad de estar aquí, pensar, sentir, actuar, somos únicos…


SOY: Por ello, cuando miras tu historia, desde la primera partícula hasta llegar a ti, y cuando miras el universo desde cada partícula hasta conformarte a ti, debes recordar que la verdadera maravilla no es el brillo de las estrellas, sino el que puedas estar aquí maravillándote.


YO: Al mirar el Universo, debería sorprenderme por mi capacidad de sorpresa, más que por lo que veo.


SOY: Los trillones de galaxias y planetas que existen, siempre han estado ahí, por millones de años. No es nuevo. Pero lo que marca la verdadera fascinación de la creación es que hace tan sólo unos pocos miles de años, unas células se reunieron para pensar sobre esas estrellas, e incluso diseñaron las formas de llegar a tocarlas algún día.


YO: La próxima vez que mire a las estrellas, deberé asombrarme, pues, de mi existencia más que las de ellas.


SOY: Esa es la cualidad más humana que puedas encontrar. ¿La conoces?


YO: ¿Cuál es?


SOY: La Humildad.


YO: Ser humilde está relacionado a la pobreza, la escasez, el no tener, o el dejar lo que se tiene a favor de los demás. ¿A qué te refieres con que es uno de los mayores atributos?


SOY: Humano proviene de la palabra latina “humus”, que significa “tierra mojada”, “barro”. Así, humano se refiere a “terrícola”, “hecho de arcilla o barro”. Humildad es la cualidad de ser terrícola, de ser humano.


YO: O sea que no tiene que ver con la austeridad…


SOY: No, tiene que ver con ser coherente con la realidad que vives, sin querer ser algo que no eres. La humildad es la cualidad de saber quién eres plenamente y respetar lo que los demás son. Alguien no es humilde cuando impone su verdad por sobre los demás, queriendo convencer al otro, dominarle, manipularle. Hay ricos humildes, y pobres soberbios. La razón por la cual relacionas a la humildad con la pobreza es por una connotación religiosa, concretamente judeocristiana o incluso de orígenes semíticos, que considera que el humano está en la Tierra como castigo divino, y que debemos hacer todo lo posible por liberarnos de esta realidad. Para hacerlo, no debemos de pecar de soberbia, es decir, creernos dioses. La historia dice que los humanos son ángeles caídos en la batalla cuando Lucifer cuestionó la grandeza de Dios, y éste le sentenció a vivir sus ideas revolucionarias, a las cuales arrastró a miles de ángeles. Dios condenó a los ángeles caídos a experimentar la tierra al límite, y no levantar la cabeza ante su presencia. A esto se le llamó “Humillación”: ponerse de rodillas en la tierra. La tradición semítica dijo que no había que ostentar, para no querer parecer a Dios, y por ello, una vida de pobreza, austeridad, humillación, eran la clave para la liberación del alma. Esta tradición religiosa fue excelente para los Imperios, que las adoptaron como una forma de mantener la estabilidad, sin revoluciones ni ostentaciones por parte del pueblo. La vida en la Tierra fue vista como un castigo divino, y por lo tanto, la humillación, arrodillarse y mirar el suelo, son vistas como una derrota o castigo, y a la humildad como una obligación ante los pecados cometidos.


YO: Pero en realidad, la Humildad es aceptar nuestra naturaleza y respetar la de los otros.


SOY: Humildad es la capacidad de mirar a los cielos y maravillarse, es la capacidad de reconocer que siempre hay algo más que aprender, que no se puede tener todas las verdades. La humildad es estar abierto a reconocer lo pequeño que uno es ante la grandeza del universo, es tener oído para aprender siempre algo del prójimo. Es reconocer que somos parte de algo más, que somos parte de un conjunto. Ser humilde es reconocer que tu personalidad no es el centro de todas las cosas, sino herramienta del verdadero centro que conformas con todo lo que eres. Es reconocer que el ego es un camino, pero no es el destino.


YO: Que yo no soy nada sin la Tierra…


SOY: Pues tú eres la Tierra. Tú eres su historia, pasado, presente y futuro, tú eres cada uno de los que la ha caminado, parte de cada humano que compone la humanidad, eres parte de los animales, vegetales y minerales. Mira al mundo a tu alrededor, mira las estrellas, y vuelve tu mirada hacia los granos de arena bajo tus pies. Ambos brillan por igual, ambos guardan las mismas maravillas. Pues el mundo levita en el cielo, la Tierra es parte de la bóveda celestial. Vives en los Cielos, y tu piel brilla reluciente ante el sol, irradiando en trillones de células de igual manera que lo hacen los trillones de estrellas. Mira al mundo bajo tus pies y tus manos. Inclínate al mundo, observa las maravillas que rodean tu ser. Pues en la humildad, aprenderás más de un insecto que de un maestro. En la humildad un árbol te enseñará sobre la vida más que un extraterrestre. En la humildad, un niño te dará los mayores conocimientos. En la humildad, una piedra te narrará la más increíble de las historias, la chispa en una hoguera te enseñará la más sublime de las iluminaciones, una gota de agua te mostrará la fuerza del océano, una célula te enseñará el poder de la vida, y el polvo en el aire te recordará la grandeza de las galaxias. Una sonrisa puede nutrirte más que cualquier banquete. Un abrazo puede protegerte más que cualquier mansión. Una mirada puede mostrarte el cosmos sin necesidad de volar en una nave espacial. Hacer el amor puede llevarte a la más alta de las dimensiones. Oler una flor te enseñará más que cualquier científico, acariciar un perro de la calle marcará más a tu corazón que guiar a miles de personas. Limpiar y reciclar la basura a tu alrededor inicia la inercia de salvar a todo el planeta. Jugar con un niño puede cambiar al mundo. Reconocerte humano, es lo que te hace divino. Pues la divinidad no está en la grandeza de las estrellas, sino en las pequeñas partículas que le hacen posible existir.


YO: La grandeza de lo ínfimo… Así entiendo que ser humano es reconocerme divino, y la cualidad de esa divinidad para vivir en la plenitud de lo que es aquí y ahora se llama Humildad.


SOY: Así que la próxima vez que juzguen tu capacidad de humildad, recuerda y pregúntate: ¿acaso me olvidé de ser humano? ¿O el otro se cree lo suficientemente divino como para evaluar mi humanidad?


YO: Amar la condición de humanidad, es la clave de vivir en la humildad, y desde ésta, nos haremos responsables por cuidar y ser parte de este pequeño mundo en medio del cielo estrellado.


SOY: Reconoce que vienes de la tierra y el agua, hónrales en ti, y recuerda que eres parte de todo lo que existe, con honor y sutileza. Así no temerás a sumergirte en los barros del mundo, pues de los más oscuros barros, nacen las más bellas de las flores.


YO: Yo Soy Humano, manifestación de la historia de amor entre la Tierra y el Agua.


SOY: Semilla del Árbol Cósmico, que en la humildad, se lanza a crecer para humildemente compartir sus frutos con la grandeza que ya es. Arrodíllate y recuerda de dónde vienes, del sueño estelar, y acaricia en las arenas y el polvo al universo entero en las palmas de tus manos.

TAREA

EN BREVE

CÓDIGO

CAPRICORNIO= Al encontrarse con todas las respuestas, es momento de encerrarse y plasmar nuevas verdades. El invierno estelar llegó, y la cabra se dirige a la cueva, a encerrarse en su espacio sagrado de soledad donde procesará todo lo aprendido en sus viajes, donde escribirá sus libros, dejará sus legados, y replanteará una y otra vez sus pensamientos hasta hacerlos prácticos y aplicables en la tierra. Es el espíritu pragmático terrestre, que no se detendrá hasta ver finalizados sus mejores versiones de sí mismo.
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