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Tü: Yo Soy el Conocimiento Manifestado

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YO: Cada vez que llego a Osirión, me siento en casa. “He vuelto al hogar”. Tal vez sea por mis memorias del lugar. La primera vez que volví a este sitio, en 2015, no pude contener mis lágrimas. Me rompí en llanto, y no pude contenerme en lo que sentí. Haieptur, donde se crea la Vida, era el templo en que las mujeres veníamos a parir, y por lo tanto, hace 12000 años, como mujer, en ese templo había vivido dos de las mayores alegrías que podría recordar: el nacimiento de mis hijos. Desde mis 11 años empecé a sentir estas memorias, aunque no fue hasta mis 12 que pude verlo, recordarlo. Siendo un niño, volví a revivir el parto, la sensación de dolor y placer que se producía al sentir a un hijo emerger de tu cuerpo. Es algo que un hombre no podría comprender nunca, a no ser que recuerde lo que es. La manera en que el cuerpo se siente, se transforma. La sensibilidad, y una suerte de vacío pleno, en que te sientes invadida y a la vez completa. La extraña sensación de saber que la vida está surgiendo, generándose en el interior, y que un día, será un humano más, con su propia vida. En Khem, las mujeres nos preparábamos mucho tiempo para esto. Desde niñas aprendíamos sobre la sexualidad sagrada, comprendiendo que nuestros cuerpos albergarían a los espíritus, y que si nos preparábamos correctamente, esos espíritus se mantendrían conectados durante la vida. Tras pruebas de fertilidad, ceremonias de fecundidad, la práctica del acto sexual nos llevaba al final al momento de la concepción, que debía realizarse con plena consciencia de que un nuevo ser estaría siendo llamado. Durante el proceso de gestación, la mujer pasaba por distintas etapas de sanación, con aromaterapia, aceites, masajes, que preparaban su cuerpo y el del bebé para tener un parto sano y placentero. Las mujeres de clase sacerdotal, o de las familias atlantes, solíamos iniciar nuestro viaje al centro del país un mes antes del parto. En la zona de la actual Luxor y Karnak, a las que llamábamos Ur, las mujeres pasábamos por muchas etapas de preparación, con baños calientes, aceites, masajes, e incluso ritos sexuales, que preparasen el canal de parto y al cuerpo en general. Cuando comenzaban las primeras contracciones, las barcas nos llevaban por el Nilo hacia la actual Abydos, y las sacerdotisas nos recibían para iniciar el nacimiento. Vestidas de suaves sedas blancas, cada día nos sumergíamos en las aguas del templo. Las mujeres realizaban sus círculos de cantos, y hablaban con el bebé. El hombre se sumergía con la mujer en las aguas para hacerle el amor, mientras las sacerdotisas, con sus rostros pintados de azul y negro, miraban hacia las cámaras laterales del templo haciendo sonar tambores y sonajeros, entonando cánticos bajo la luz de las estrellas. Entonces, de rodillas, dentro de las aguas, comenzaba el parto. El objetivo era convertir el dolor en placer, y el nacimiento era vivido como un orgasmo placentero, inducido por hierbas medicinales, que dilataban y excitaban. El momento en que la cabeza del bebé se asomaba, la sacerdotisa acariciaba alrededor cantándole al agua, y entre los cantos tribales y amorosos, como resonando a las antiguas melodías chamánicas de mujeres de las estepas europeas, la madre pujaba en éxtasis, mirando a los cielos, en tanto la madre del templo recibía al bebé. Recuerdo cuando sus manos tomaron a Usr, mi hijo, mientras Sobek me sostenía, y la Señora Madre tomaba mis manos para que yo recibiera a mi hijo en mis propias manos. La belleza de aquel momento, quedó grabada en mi memoria, y con ella, la bienvenida de la Madre del templo a nuestro hijo: “Waershu hai-ti, atum bub-hei” (Bienvenido a la vida, el camino hacia la muerte). Y en ese instante, tras el beso de la mamá, tras mi beso en la frente, el niño era tomado por la Madre del templo, quien lo presentaba a las estrellas forjando su destino. “Usr aeiot, Usr aeyeh” (Pensamiento de Luz es tu propósito y destino, y el pensamiento de luz será en ti pues), resonaba en sus palabras, mostrando su cuerpo y pronunciando su nombre para sellar su energía. “Er’shu nanat-byr, es’shu Danot-bah” (Has venido del útero de una madre, para ir a las manos de La Madre). “Edeni-let tum-hei tep-nes eguew”. (Que las estrellas guíen tus pasos por la tierra). “Aeiot aeyeh” (Tu destino está forjado).


SOY: El Destino.


YO: El Destino me llevó a vivir esto, me llevó a recordar, a volver a ese sitio que parecía olvidado, tan lejos en el tiempo. El destino me hizo encontrar nuevamente a Sobek, y siento que me llevará nuevamente hacia Usr. Haber nacido en una tierra lejana, y haberme encontrado nuevamente frente al Osirión, fue parte de mi destino, y las lágrimas que brotaron de mi rostro, el llanto que surgió de mi alma, confirmó mis pasos en círculo que cantaban desde hacía tiempo atrás que llegaría el día en que mis pies volverían a detenerse frente a aquel lugar que marcó mi felicidad. En esta vida lo sufrí, al verle en ruinas, al sentir que ya no podía volver a estar con Sobek, y que mi hijo ya no lo era, y ni siquiera sé dónde está. Y sin embargo todo parece llevarme, encauzarme a esa historia. Fue el destino de Shiw convertirse en Matías, y es mi destino como Matías recordar a Shiw. Como decían los ancestros: “está escrito en las estrellas”. Me pregunto si será así, si es que realmente nuestro destino está escrito en los cielos, si es que estamos destinados a vivir lo que vivimos. Entonces, te pregunto… ¿Qué es el destino?


SOY: Me alegra que lo preguntes, pues así puedes liberarte de él, y realmente cumplirle. ¿Qué es para ti el destino?


YO: Es un objetivo, a donde nos dirigimos en un viaje. El final de un camino, o a nivel conceptual, algo que es inevitable que suceda, que está escrito, y no importa lo que hagas, sucederá igual.


SOY: Y… ¿Qué pasa si te dijera que es exactamente lo contrario?


YO: Pues… Me darías vuelta por completo, y ya no sabría dónde me encuentro parado.


SOY: Bien, entonces permíteme contártelo para que puedas dejar de estar parado a la espera. Destino, no habla del lugar al que vas, sino del lugar del que sales. La palabra Destino viene del latín (y éste del indoeuropeo), formado por dos palabras: “deh” (alejarse, marcharse) y “stinare” (apofonía de “stare”, que significa estar de pie, fijo, quieto), origen de la palabra en inglés “stare”, que significa estar quieto mirando algo fijamente, y el verbo español “Estar”, que habla de quedarse quieto en una posición espacial. Si analizas la etimología, la palabra Destino hace referencia a salirse de un estado de quietud, iniciar un camino. Comparte su significado con “Distancia”, que habla de la bifurcación de un estadio, de un lugar. Tanto la distancia como el destino, hablan del proceso entre un punto y otro. Así, el destino es lo que realizas para llegar a un propósito (pro-posit= algo puesto delante). Por lo tanto, el destino no habla de lo determinado, sino de las posibilidades con las que cuentas para realizar este camino. Si decides emprender el camino por la noche, deberás contar con ciertas herramientas que serán diferentes a si deseas emprender el viaje durante el día. El destino es el paisaje en el quete moverás, tú decides cómo.


YO: O sea que el destino no es algo determinado, sino una elección.


SOY: Bueno, no puedes cambiar la montaña, pero puedes elegir subirla, rodearla o atravesarla con un túnel. Las estrellas y planetas que conforman tu carta astrológica, el sello estelar del momento en que naces, te dan las herramientas. Si eres de Aries, te dará cuerdas para escalar la montaña, si eres de Tauro, te dará la fuerza para atravesar la montaña, si eres Géminis te dará un mapa de la montaña, si eres Cáncer te dará compañía para no caminar solo; si eres Leo te dará una brújula para guiar a otros, si eres Virgo te dará una mochila con un kit de supervivencia, si eres Libra te dará pinceles para que pintes la montaña, si eres Escorpio te dará una navaja suiza, si eres Sagitario te dará un mapa del tesoro, si eres Capricornio te dará una lista de misiones que cumplir en cada etapa, si eres Acuario te dará una libreta en blanco para que apuntes tus ideas al caminar, si eres Piscis te dará unos prismáticos para poder ver todo desde lejos. La montaña, es la montaña, pero el contexto te dará las herramientas para cruzarla. Tu herramienta fue la brújula, con un mapa del tesoro y misiones que cumplir, decoradas con el propósito de recordar. Tu destino es recordar, pues recordar es tu camino y don, no tu propósito. Tú decides lo que haces en ese camino, y cómo lo haces.


YO: ¿Por qué creemos que el destino es algo fijo, determinado para nuestro futuro?


SOY: Porque el futuro sólo se escribe en función de nuestras elecciones en el pasado. Cuando pretendes que la personalidad elija tu destino es como conducir un coche a 150 km por hora y soltar el volante para dejar que el coche decida el final del camino. Es el espíritu quien decide, pues el espíritu es la consciencia. La razón por la cual las personas viven la creencia de que el destino es fijo, se debe a que viven sus vidas a través del subconsciente, dirigidos por el coche, por el cuerpo, sin consciencia del conductor, del espíritu. Y está quien considera que esto es injusto, como si espíritu y cuerpo fuesen cosas diferentes.


YO: Yo pensaba eso. Creía que mi espíritu era un controlador, un ser fuera de mí, aparte de mi personalidad, que dirigía mi vida como si yo fuese su esclavo, hasta que me di cuenta de que el espíritu es la parte consciente de mi ser, y que era mi subconsciente quien se consideraba separado y oprimido.


SOY: Puedes entender así, que aquellos que piensan que el espíritu es un manipulador interdimensional de los pobres seres que viven en la tierra, en realidad están viviendo en la confusión subconsciente de los preconceptos de su cuerpo. Por ello, el destino parece determinado, limitando la voluntad de acción, pues se separan del único ser capaz de ser libre de decisión: la mente espiritual. Hasta que no te dignes a reconocer que tú eres una extensión manifestada de tu espíritu, seguirás viviendo un camino elegido por otras partes de ti. Pero cuando te conectas a tu ser completo, reconocerás que el destino no es determinante. El destino es ese momento en que dejar de estar fijo para moverte, es el instante en que tomas la decisión de nacer, y caminar por ti mismo, cuando sales del sitio fijo del útero, para ser libre en tu andar.


YO: El destino es el punto de partida…


SOY: Es el inicio de la vida. Y cada día es un renacer. Cada día eliges tu destino, cada día tomas una herramienta para la aventura que comienza. Destino es salirse de la quietud, de estar fijo en un lugar mirando hacia delante, y tomar la iniciativa de avanzar, moverse, viajar, emprender la aventura de vivir. Es por esto que eres tú el constructor de tu propio destino. Los astros y las condiciones externas no son limitaciones ni determinaciones, sino herramientas para tu andar. Despierta, pues, el conocimiento manifestado en ti, para transitar este destino, y con plena consciencia lánzate a construirlo. Libérate de la creencia de que es el cielo y la magia divina la que determinan lo que eres, pues ese cielo y esa magia eres tú, no estás por debajo de ella, eres ella de forma manifestada. Así que no relegues en otros el destino que sólo tú puedes construir.


YO: Yo soy quien eligió todo lo que estoy viviendo, lo que recuerdo, lo que hago. Soy el único que ha decidido experimentar esta realidad, avanzar en esta dirección… Soy yo quien construyó este destino por el cual me dirijo…Es liberador.


SOY: Más allá de que existen patrones que determinan tu vida e historia, debes recordar que la única razón por la cual les vives determinantemente, es porque lo has elegido desde tu plena consciencia, y hoy, aquí y ahora, te has lanzado a vivir tu elección.


YO: Yo Soy mi propio destino, en cada paso que doy.


SOY: Ahora que lo sabes, estás listo para renacer. Toma las riendas de tu vida, y diseña tu destino.


YO: Paso a paso…


SOY: Bienvenido a la Vida, el Camino a la Muerte. Que las estrellas guíen tus pasos por el mundo. Y en tu libertad, forjarás tu destino.

TAREA

EN BREVE

CÓDIGO

ACUARIO= Y cuando encuentra su mejor versión, cuando se halla a sí mismo, de libera de toda presión, se libera de todo lo trabajado, y encuentra la gracia de innovarse, de salir de la cueva para disfrutar la vida, para encontrar nuevas versiones, y dejarse fluir. Por ello, como el viento, este espíritu se deja llevar de un lugar a otro sin apegarse a nada ni nadie, tomando sólo lo necesario para reinventarse en cada paso, conociendo a todos, sin ser de nadie, compartiendo su ser.
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