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YO: Hablando de abejas y porqué les llamamos así, me recuerda la importancia que le damos a las palabras que usamos. Muchas veces las damos por sentadas, como si fueran así y ya está. Como si no tuvieran significado. Y una de las cosas que más me ha gustado de este año fue justamente indagar en el origen de las palabras.


SOY: Desde luego que es muy difícil indagar exactamente en el origen y sentido real que han tenido algunas de las palabras que usamos, porque van demasiado atrás en el tiempo y se generaron en culturas que es imposible conocer en profundidad. Sin embargo, el peso que cargan los significados detrás de las palabras, condiciona la vibración a la hora de decirlas.


YO: Pero, ¿si desconocemos su significado, no pierde la vibración ante la nueva intención? Por ejemplo, la palabra latina “gaudium” significa “gozo, alegría, disfrute, divertido”, que en lengua occitana dio lugar a la palabra “gaui” y formando el término “gai” (sonando “guéh”), lo que pasó a las lenguas sajonas como “gay”, que durante siglos fue extendiéndose como término de “gozo, alegría”, algo que cambiaría hacia los años 40 cuando el término inglés se popularizó para describir a “hombres alegres con placeres ocultos”, y de allí, la palabra pasó a ser discriminativa, con un peso de crítica y bullying, hasta que tras los años 2000 se empieza a utilizar con orgullo, pero calificando ahora a los homosexuales en lugar de a una persona feliz. Entonces, lo que digo es… Para todos aquellos que fuimos sometidos al bullying, y esta palabra fue un estigma de crítica que ha llevado a muchos hasta el suicidio, la palabra gay dejó de vibrar como símbolo de gozo y felicidad, y pasó a ser un peso doloroso…


SOY: Las palabras evolucionan, o se distorsionan en función de la intención, y puede dárseles diversos usos. Pero la palabra siempre contendrá en su esencia la verdad. Es como un cuchillo, el cual puede utilizarse para salvar vidas o para quitar la vida, pero ni lo uno ni lo otro cambiará su realidad de ser cuchillo.


YO: Entiendo…


SOY: Los colores, por ejemplo, son sólo visibles en tanto tus nervios ópticos tengan la capacidad de recibir ciertas frecuencias de onda. Si tus ojos no son capaces de percibir las frecuencias que vibran alrededor de 700 veces por segundo, entonces no podrás ver el color rojo. Eso no significa que el Rojo no existe, sino que tú no eres capaz de verle. También existen gamas diferentes, y la mezcla entre ellas, que pueden combinar azul y rojo para crear violeta, por ejemplo. De igual manera que esto sucede con la vibración en los colores, es que puedes encontrar la vibración de los sonidos.


YO: Mucho más relacionados al término vibración.


SOY: Exacto. Por lo que, cada sonido vibrará con una sintonía específica, un tono concreto, y así transmitirá una información concreta. Cada sonido puede convertirse en una letra en un idioma, y la combinación de estas vibraciones generan paquetes de información.


YO: Palabras…


SOY: Y las palabras pueden combinarse para formar un sentido…


YO: Frase, oración, texto, diálogo…


SOY: Dependiendo el contexto y los individuos que les usen, estas vibraciones serán entrelazadas como un tejido con distintas texturas, creando patrones diversos, todos pareciendo únicos, pero formados por la misma tela, por el mismo material.


YO: O sea que en esencia, hay un origen común.


SOY: El mismo color rojo puede servir para pintar una pared en un galpón de granja, o realizar una obra de arte como en la Capilla Sixtina. Y seguirá siendo el color rojo. Las palabras, pues, pueden modificarse y ser usadas en distintos contextos con diferente significado, pero siempre compartirán una esencia de información, más allá de la etimología.


YO: ¿Más allá del significado por el que fue creado?


SOY: Sí. Pues no puedes comparar a tus ancestros con una célula.


YO: No entiendo el símil…


SOY: Piensa bien. Imagina que tú eres una palabra, y tus padres son dos palabras que han sido utilizadas para crearte con un nuevo significado. Así puedes ir hacia atrás a la historia lingüística de tu vida, a tus abuelos y abuelas, y seguir hasta que llegue un momento en que pierdas noción de tus ancestros. Tu existencia se debe a que ciertas palabras vivas se unieron para crear a tus progenitores, con lo cual, puedes decir que el resultado de tu existencia se debe a ese grupo de personas; pero puedes ir más y más atrás en la historia, hasta el punto en que no exista ni siquiera una persona, sino que sean animales, y más atrás hasta ser organismos unicelulares… Entonces ¿dónde definirías la etimología de tu ser?


YO: Es imposible…


SOY: A no ser que vayas a los elementos comunes que hacen que existas: fósforo, calcio, magnesio, carbono, oxígeno, nitrógeno, silicio… Entre otros.


YO: La etimología de un ser… La ontología.


SOY: Ontología es el estudio de los conceptos generales de un Ser. Proviene de “onto” (ente, ser, en griego) y “logós” (estudio, concepto). En la etimología se estudia el verdadero origen de las cosas (etymos = verdad), por lo que descubrir la verdad de un ser es la “etimología ontológica”.


YO: ¿Y cómo se llega a ello?


SOY: Hay muchas vías, pero todo puede comenzar por una de las pocas palabras que no suelen variar de significado a lo largo del tiempo.


YO: ¿Cuáles?


SOY: Los Nombres. La palabra nombre es una de las más antiguas, y de cuya etimología puede desconocerse. Uno de los vocablos más antiguos al respecto es “naman” o “nimen”, que dio origen a la misma palabra en diversas lenguas, desde las lenguas semíticas (ism’), al sánscrito (nama), sajón (name), latín (nomen), ruso (imya), griego (onyma). Podríamos interpretar que la palabra proviene de otras dos: “nu-men” (tener conocidimiento de algo) o “numu” (asignar, identificar y seleccionar algo). En este caso, un objeto, o una persona. Sin embargo, los objetos varían según la cultura, el territorio, el uso, y por lo tanto, pueden variar, para dejar de ser lo que se preestableció. Por ello, los nombres propios son aquellos identificables que continúan sosteniendo el significado original tras miles de años, conectándonos con la esencia.


YO: ¿El nombre propio, entonces realmente condiciona lo que somos?


SOY: No por completo, pero sí tiene un gran peso en la vibración que emana de nosotros. El nombre con su significado, su vibración e intención específica a cada persona, tiene una utilidad de localizador, de ubicarnos en el plano de la existencia.


YO: Por ello a Dios se le pone tantos nombres, y se le conoce como El de los Mil Nombres, o los 72 Nombres de Dios…


SOY: Porque su ser abarca toda la existencia. Ahora bien, los nombres fueron utilizados en un primer momento para describir los atributos de un individuo, llamándolo en función de cómo lo veía el mundo, y eventualmente, la persona elegiría un nombre que determinara cómo se veía él mismo.


YO: Oh, recuerdo esto, que me parecía fascinante. Hasta cierta edad, los padres o la comunidad nos ponían un nombre que nos identificaba ante los ojos del grupo, y llegaba un momento en la vida en que los adultos nos incitaban a descubrir lo que teníamos dentro, cómo nos veíamos nosotros mismos dentro de la comunidad, y teníamos la tarea de rebautizarnos, de ponernos un nuevo nombre, como queríamos que los demás nos conocieran a partir de ese momento, y me parecía fascinante, porque uno valoraba lo que era por sí mismo, y representaba dicha vibración.


SOY: Los nombres solían imitar sonidos de los animales que tenían esos atributos, o colores y formas, o plantas, por lo que cada uno se sentía ligado a los atributos de un ser de la naturaleza.


YO: Como solemos saber que se hacen llamar los originarios, nombres como Águila Blanca, Toro Bravo, Lobo Noble…


SOY: Todos los nombres nacieron así, pero en las lenguas fueron modificándose con el paso del tiempo, hasta ser irreconocibles hoy.


YO: Y hasta parecer que no tienen significado, cuando sí lo tienen… He preguntado a ciertas personas qué significan sus nombres, y no lo saben, o los nombres de sus países. Para mí suele ser tan importante… Por ejemplo, un día hablamos de lo que significaba Egipto, que proviene de Aegyptus en griego, pero que en realidad es una palabra del antiguo Nilo “Het-Ka-Ptah” (casa del espíritu creador), pero por otro lado, Egipto en árabe se dice Misr, y cuando pregunté a la gente qué quiere decir, decían: nada, solo una palabra y ya. Entonces busqué, y vi que significa “Muralla, fortaleza”, debido a la fortaleza que rodeaba El Cairo, como lo veían los árabes.


SOY: ¿Qué significa tu nombre?


YO: Matías viene del hebreo “Matiyahu” que significa Regalo o Don de Dios. Mi segundo nombre, Gustavo, viene del germánico “Gost slav”, significando “Huésped que habla”.


SOY: ¿Y tu apellido?


YO: De Stefano, del griego “Stephané”, que significa “Coronado”, y a mis 27 años sumé simbólicamente el de mi padre, Bide, del euskera “Camino”.


SOY: “Regalo de Dios, huésped que habla, Coronado en el Camino”… Interesante.


YO: ¿Por qué algunos vivimos la vida “al pie de la letra”, es decir, tan alineado a nuestros nombres, y otros no…?


SOY: Suele ser por karma, o por resonancia. Algunos nombres han sido impuestos y no elegidos, algunos no saben cómo utilizar la vibración de sus nombres y viven vidas paralelas huyendo de sus caminos.


YO: ¿Tan importante es, pues, conocer el significado del nombre?


SOY: Es parte de conocer la vibración que representas en el mundo. Cada vez que te preguntan cómo te llamas, y dices tu nombre, manifiestas la vibración, y la palabra crea, por lo que cada vez que pronuncias tu nombre, te creas a ti mismo, de igual manera que cada vez que alguien pronuncia tu nombre, o tu sobrenombre, o tu apellido, está moldeando tu energía con esta vibración. El nombre determina tu resonancia en la vida, por ello debes conocerlo bien, para saber por qué llevas esta vibración, y tal vez por más que no nos guste un nombre, tiene un gran peso positivo para nosotros, y de no serlo, siempre puedes cambiarlo, elegir otro.


YO: Mi hijo, mi futuro hijo, desde que tengo 9 años me dice su nombre, y tengo un conflicto con ello, pues no me gusta ese nombre. Si yo pudiera elegir un nombre, no sería ese, sin embargo, por algo él lo eligió. Y se me hace importante respetarlo. Mi madre sabía que yo me llamaba Matías desde antes de saber si yo era un niño o niña. Mi abuela le decía: “Claudia, elige un nombre de niña por si acaso!” y mi madre decía que no, que estaba segura que yo era Matías.


SOY: La resonancia que se produce en ti al escuchar tu nombre es de reconocimiento, pues es como el mundo y tú mismo te defines desde pequeño, cada célula de tu ser se reconoce en ese sonido, por ello, tomar consciencia del nombre es fundamental para saber qué fuerzas están moldeando tu ser.


YO: Claro, parece una tontería, pero no lo es para nada. ¿Qué pasa con aquellos que no se sienten identificados con su nombre, o lo detestan incluso?


SOY: Es posible que exista una historia dura en relación a un karma a resolver con este nombre. Cambiar el nombre no modificará ese dolor, sólo lo traspasará a la siguiente generación. Por ello es necesario reconocer por qué se eligió venir al mundo con este código impreso en la materia, y una vez sanada la historia con el nombre, puedes elegir uno nuevo con plena consciencia, desde la libertad, no desde el escaparse.


YO: Y… ¿Qué hay del apellido?


SOY: En el origen de las tribus, las manadas humanas, los nombres eran personales, elegidos por ellos mismos, pero ciertos contextos de enfrentamientos con otras manadas hicieron que tuvieran que identificarse. Por ello, para reconocer a qué grupo familiar pertenecían, se les solía agregar el nombre del patriarca o la matriarca, es decir, quien regía la familia. Así surge la idea de nombrar a una persona colocando un segundo nombre compuesto por “hijo de” y el nombre de quien está a cargo. En las lenguas ibéricas esto queda al día de hoy como todos aquellos nombres acabados en “-ez” (López, Jurárez, Hernández…), partícula que en íbero significa “hijo de”, algo que para los eslavos es la partícula “-ov, -ova” u “-off, offa” (Romanov, Petrov, Lusenhoff), en los pueblos de centro de Europa encontramos “-ich” o “-ic” o “-icz” (Kovazic, Aymerich, Ziolkiewicz), lo que en los pueblos nórdicos es “son” o “sen” (Karlsson, Johnson, Hansen), en las islas Británicas es el “mc” o “mac” (McDonald, MacKintosh), y también “o'” (O’Neil, O’Ryan). En Rumania todos los apellidos terminados en “-escu”, y en las lenguas semíticas como el hebreo y el árabe todos aquellos comenzados por “Ben” (Ben Gurión) y “Bin” (Bin Tariq) respectivamente. Con el tiempo, las familias crecieron y se volvieron clanes, lo que convirtió al nombre del patriarca o matriarca en algo fijo, con lo que muchos poseían el mismo apellido (forma de llamarse= “appelé”, del francés “llamar”, o en inglés “surname”= también del francés: por encima del nombre). Poseer cierto apellido, pues, te hace parte de un clan específico, o esclavo de dicho clan.


YO: ¿Esclavo?


SOY: En la época colonial, muchos mulatos, negros, asiáticos que fueron llevados a las Américas como esclavos, adquirieron como apellido los nombres de sus opresores, o fueron llamados como “hijos de” quien les esclavizó, como una propiedad. Por ello apellidos como Jackson, Robertson, Wilson, aunque otros crearon nombres nuevos como “Freeman” (hombre libre) y tantos otros, son característicos de etnias no originarias de las Américas, así como los apellidos terminados en “ez” lo son para las Américas hispánicas (Rodríguez, Cortez, Fernández, Juárez). Esto puede ayudar a entender ciertas connotaciones familiares de dependencia o esclavitud de unos a otros. En el caso de las culturas libres, las familias solían nombrarse bajo conceptos comunes que glorificaban al grupo, poniéndose nombres imponentes, o relacionados a los sitios en que vivían. Otros, para diferenciarse, se hacían directamente llamar como “aquellos de tal sitio”, por lo que sus nombres pasaron a ser toponímicos, con la energía del lugar. Muchos simplemente eran reconocidos por realizar la misma tarea u oficio generación tras generación, por lo que se les conocía a la familia en general como “la casa del Herrero, del Panadero, del Zapatero”, y por ello hay muchos apellidos con nombres de oficios. Durante las persecuciones por la Inquisición, muchas etnias minoritarias tuvieron que ocultarse, ya que sus documentos y nombres develaban su tradición, origen y religión, por lo que muchos cambiaron sus nombres normalmente a objetos o plantas. Así, muchos judíos, occitanos, gitanos y otros, pasaron a tener apellidos como Romero, Roble, Manzano, Pereira, Alameda… Historias de ocultar quienes son, para sobrevivir.


YO: Wow, se esconde mucho detrás de los nombres.


SOY: Cada letra es una vibración, como un componente químico. Sus combinaciones, formando un nombre, generan un ADN, una especie, que al agregar un apellido generan un clan, una intención. Los sobrenombres imponen el cariño o distanciamiento entre los individuos. Pero todo ello, te conforma a ti, vibracionalmente. La resonancia e intención que posea tu nombre, la razón por la cual se te ha llamado así, el origen etimológico, su significado emocional e histórico, así como la razón de formar parte de un clan con cierto apellido, sumado al conocimiento de la vibración de cada letra, cada palabra como un canto, todo ello moldea tu energía, te hace ser quien eres…


YO: Mi nombre es la letra de una canción, mi vida es la música, y según cómo la cante, reconoceré mi historia, y mi potencial…


SOY: Tu nombre es una herramienta poderosa que habla de tu pasado, tu presente y tu futuro. Cada letra tiene un número, cada número representa un proceso, cada sonido en cada letra despierta un poder… Reconocer desde lo más amplio a lo más pequeño, las emociones que engloban tu nombre, la sensibilidad, los dolores, los placeres, de quién lo dice y cómo lo dice, de cómo te presentas al mundo, qué omites o qué cambias, todo determina la vibración que te constituye.


YO: Debo, pues, decir con firmeza mi nombre sabiendo lo que significa, sabiendo que me moldea, que me hace ser lo que soy.


SOY: Ahora que lo dirás con consciencia plena, pon la intención de despertar el potencial que existe en él.


YO: Yo Soy Matías Gustavo De Stefano.


SOY: Yo Soy Ghan.

TAREA

EN BREVE

CÓDIGO

TRIUNFO – FRUSTRACIÓN= Alineado a las rodillas y su significado de la historia que hemos tranasitado por generaciones, en el centro de las piernas se acumulan las energías de la vibración que unifica los logros de la evolución, de nuestro camino a ser quienes somos, y sus senos y cosenos hablan de la emoción positiva del Triunfo, siendo ésta la que nos hace sentir que hemos logrado todo lo necesario y esperado en la historia, y por el otro lado la emoción negativa de la Frustración, que nos recuerda que no hemos conseguido lo esperado en nuestro proceso de crecimiento.
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