SOY: “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y Dios era el Verbo”.

YO: “…Y Dios dijo: hágase la Luz!”

SOY: “Y la Luz se hizo”…

YO: “Y vio que la luz era buena, y separó la Luz de las Tinieblas”.

SOY: Así Dios creó el Cielo y la Tierra, y su espíritu sobrevoló las aguas.

YO: Dios llamó a la luz “el día” y a la oscuridad “la noche”.

SOY: Llegó la tarde y después la mañana. Ese fue el primer día. Entonces Dios dijo: «¡Que haya un firmamento que separe las aguas en dos partes!» Así que Dios creó el firmamento y separó las aguas; unas quedaron arriba del firmamento y otras debajo. Dios llamó al firmamento «cielo». Llegó la tarde y después la mañana. Ese fue el segundo día. Luego Dios dijo: «Que las aguas debajo del cielo se junten en un solo lugar, para que aparezca el suelo seco». Y así sucedió. Dios llamó a este suelo seco «tierra» y a las aguas que se habían juntado las llamó «mar». Y Dios vio que estaba muy bien esto que había hecho. Entonces Dios dijo: «Que la tierra se cubra de vegetación: toda clase de plantas que den semillas y árboles que den frutos con semilla». Y así sucedió. La tierra se llenó de vegetación: toda clase de plantas que dan granos y árboles que dan frutos con semilla. Y Dios vio que estaba muy bien esto que había hecho. Llegó la tarde y después la mañana. Ese fue el tercer día. Después Dios dijo: «Que haya luces en el firmamento del cielo para poder así separar el día de la noche y para que sirvan para señalar los días, los años y las festividades. Que estas luces estén en el firmamento para alumbrar la tierra». Y así sucedió. Dios hizo dos grandes luces: la más grande para gobernar el día y la más pequeña para gobernar la noche. También hizo las estrellas. Dios puso estas luces en el cielo para darle iluminación a la tierra, para que las dos gobernaran, una durante el día y la otra durante la noche; y para separar la luz de la oscuridad. Y Dios vio que estaba muy bien esto que había hecho. Luego llegó la tarde y después la mañana. Ese fue el cuarto día. Entonces Dios dijo: «Que las aguas se llenen de seres vivientes y haya aves volando en el firmamento sobre la tierra». Así creó los animales gigantescos del mar y todas las especies de animales que viven en el agua. También creó todas las especies de aves. Y Dios vio que estaba muy bien esto que había hecho. Dios los bendijo diciendo: «Tengan hijos y multiplíquense para llenar el agua de los mares y que haya muchas aves en el mundo». Llegó la tarde y después la mañana. Ese fue el quinto día. Después Dios dijo: «Que la tierra produzca seres vivientes de todo tipo: animales domésticos y silvestres y los que se arrastran por el suelo». Y así sucedió. Dios hizo toda clase de animales: animales domésticos y silvestres y los que se arrastran por el suelo. Y Dios vio que estaba muy bien esto que había hecho. Luego Dios dijo: «Ahora hagamos al ser humano a nuestra imagen y semejanza. Tendrá poder sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo y en toda la tierra. Reinará sobre los animales terrestres, y sobre todos los que se arrastran por el suelo». Así que Dios creó al ser humano a su imagen y semejanza, creó al varón y a la mujer. Y los bendijo diciendo: «Tengan muchos hijos para así poblar el mundo y ejercer control sobre

ÉL: sean jefes de los peces del mar, de las aves del cielo y de toda criatura que se arrastra por el suelo». Luego llegó la tarde y después la mañana. Ese fue el sexto día.

YO: “Y el Verbo se hizo carne…”

SOY: Verbo, en lengua indoeuropea, se dice “wer”, y dio origen a los conceptos de muchas lenguas relacionados a la comunicación, pues este término se refiere al “habla”. Hablar, decir, palabra, acción, acto de crear, conectado con la palabra trabajo: “werg”. El verbo es la palabra creadora, el hechizo, la oración, el mantra manifestante.

YO: ¿Cómo puede ser que en la Biblia se explique esto?

SOY: “Palabra de Dios”. No es algo cristiano, es algo mucho más antiguo. Los pueblos ancestrales entendían que los sonidos eran creadores, porque eran capaces de transmitir conceptos irreales, ilusorios, imaginarios, y convertirlos en una realidad mediante la manifestación, el obrar, las manualidades. Así, esta idea se trasladó al Creador Supremo, el concepto o creencia de que si nosotros somos capaces de crear, entonces, tiene que haber un creador de todo lo que existe. Y en dicha lógica, la palabra, el verbo es clave. ¿Por qué? Porque el verbo es sinónimo de acción, y para crear, hay que actuar, que realizar un acto, hacer algo. “En el principio era la Nada, el vacío”, esta frase indica un instante de inacción, inoperancia. Lo único que diferencia todo lo demás, es un verbo.

YO: ¿Cuál?

SOY: “Decir”. “Y Dios dijo…”. Pero antes de todo esto, antes de tomar acción, se describe a Dios como la misma acción. “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y Dios era el Verbo”. Verbo como sinónimo de palabra y de acto, una palabra activa, que denota movimiento. Ambos describen algo muy sencillo.

YO: ¿Qué?

SOY: Vibración. La vibración es el principio de todas las cosas que existen en movimiento. Las partículas son extensiones de ondas que vibran, resuenan en todo el cosmos, entrelazadas. El aspecto manifiesto del universo no es más que una sinfónica en movimiento constante. Los antiguos comprendían que el cosmos es movimiento, y que en el universo todo tiene un sonido, una canción, y que el Universo es ese Dios que se expresa en música. Por ello desde los inicios, la música fue clave en las culturas, unía, daba sentido a las cosas. La tradición de ver a Dios como los sonidos de la realidad, es mucho más antigua que los monoteísmos.

YO: Es decir que el cristianismo sólo adoptó en formas diferentes lo que otras culturas dijeron con antelación.

SOY: Para los pueblos semíticos, la Palabra era la más poderosa de las creaciones del universo, pues era un sonido que tenía el poder de movilizar ideas, sueños, esperanzas, guerras, unir grupos o dividirlos, mencionar a los dioses, contar historias, crear arte, tradiciones, despertar emociones, sentimientos, amor y odio. La palabra era sagrada, y la palabra en acción, era el mismísimo Dios: el Verbo.

YO: Esto hizo que la gente adorara a la Palabra, al Verbo como Dios…

SOY: Y que a partir de ella se creara su nombre. Sin nombre, sin palabra, no existe la idea del sujeto, y sin verbo, sin palabra de acción, no puede definirse lo que el sujeto hace. Así, uno y otro son necesarios, complementos.

YO: Por ello en la época Atlante llamábamos a Dios como todos los pronombres. “Ammanenumotyni”, El Gran Todos.

SOY: Así comprendes que son todas las acciones juntas, de todos los sujetos a la vez.

YO: En lengua saytu atlante, un verbo era definido por el sufijo “-un”, que significaría algo así como “dar un paso”, “entregar un andar”. “bakun, sagun, menun” (caminar, ver, saber, respectivamente). Y el nombre con que se definía a Dios era “Saun”, que es la acción de avanzar y entregarse a todos los Caminos juntos.

SOY: Dios es acción, la acción surgida del movimiento de una onda en una vibración, la cual genera distintas frecuencias en función de su velocidad de movimiento, de su resonancia, a través de la cual, cada tono, cada nivel, generará una realidad. Y todas las cosas fueron creadas a partir de su palabra.

YO: ¿Cómo fue?

SOY: En el Vacío, todos los Caminos eran uno, la acción era en el Vacío, y el Vacío era la Acción. Entonces, la Acción vibró, y se movió, creando la onda. Este tsunami de vibración formó el caos, que dio lugar a la energía. Y fue así, que la vibración se puso en acción, generando la luz. Y la luz llenó el espacio, apartando la oscuridad hacia los confines, dando lugar a la aparición del Tiempo y el Espacio, el Octaedro, semilla de creación. Este fue el primer día. Entonces dividió la luz de las sombras, y surgió el fuego, el tetraedro. El mismo dio lugar a la creación de todo químico, fusionando partículas vibratorias, dando lugar a la base de todas las cosas. Este fue el segundo día. Al unir distintas partículas, dio lugar a la materia, y la misma generó la sombra, lo que dio el sentido de día y noche. Sobre la misma, los químicos hicieron combustión, dando lugar a reacciones que produjeron minerales, desde diamantes hasta el agua, y aparecieron en muchos mundos los océanos y las montañas, así como hielos y desiertos, siendo clara la diferencia entre el cielo y la tierra, en que los gases crearon el firmamento, las atmósferas. La materia se manifestó, siendo Tierra, el elemento del Hexaedro. Este fue el tercer día. La vibración siguió expandiéndose y manifestando, dando lugar a los océanos, y los mismos dieron lugar a la vida. El mundo se llenó de vegetación, de semillas, de vida animal en cada rincón del planeta, siendo el Dodecaedro, las aguas de vida, los dones de la creación. Este fue el quinto día. Así comienza el tiempo de la evolución, el desarrollo de todas las especies, y la aparición de la consciencia creadora, en nuestro mundo, el humano, a imagen y semejanza de la Mente Universal, con el don de la palabra creadora, expresión en el Icosaedro, la mente del aire. Este fue el sexto día.

YO: ¿Y el séptimo… Descansó?

SOY: Oh no, el séptimo día tejió la Red que nos conecta a todos, y se iluminó en la expansión de la Consciencia. La Corona.

YO: ¿A qué te refieres con días?

SOY: Un día es una etapa, es parte de un proceso. Se describe como días para ser comprensibles en lo que representa una etapa de tiempo que es incalculable, de millones y millones de años. Todos esos millones de años, son olas en el océano divino, en las ondas de la vibración que se expande en todas direcciones. Esa vibración es la manifestante de todas las cosas en acción, en movimiento, desde el micro y el macro cosmos.

YO: El Verbo.

SOY: Por ello, cuando pronuncias un verbo, eres parte de esa red creadora, y su pronunciación mueve actos encadenados. Como el viento que comienza por dos masas de partículas de aire frío y caliente, que se encuentran a suave lentitud, y que al cruzarse intentan esquivarse unas a otras, creando el viento, las corrientes, las brisas que sentimos en el rostro, o los huracanes que destruyen pueblos.

YO: Es como si cada verbo que pronunciamos fuera una acción en sí misma que empuja las partículas de aire alrededor expandiendo su fuerza en el ambiente, en la humedad, que se conecta a las aguas del mundo, y pasa a formar parte de la red viva… Por ello la intención de muchas personas unidas, en armonía, diciendo la misma palabra, el mismo verbo, pueden marcar una diferencia en el mundo.

SOY: Recuerda muy bien a los sujetos, la vibración misma, que se lanzará a distintas frecuencias, movimientos, que llamamos acción. “Yo” es la unidad principal que nos autorreferencia, que nos recuerda la importancia del uno, del observarse, es la idea que origina todas las cosas, la Mente encarnada. Es el eje de todo ser. “Tú” es el espejo, la proyección o correspondencia que me permite ver cara a cara lo que yo soy, es el concepto que me polariza para poder crear en el mundo, manifestar en la realidad los sueños de las ideas que fluyen en mi interior. “Él” y “Ella”, son los aspectos creados, son los puntos de referencia externo, el tercer nodo que conforma la base trina del individuo, que nos sirve de ejemplo, indicador de lo que creamos y dejamos de crear. Yo, Tú y Él-Ella, son la Sagrada Trinidad del Individuo, la Vibración, Energía y Materia del Ser. “Nosotros”, se refiere a la red que conforma el eje de una creación, es el potencial del ser expandido. “Vosotros” es el espejo de dicha Red, que nos recuerda lo que debemos mejorar, y cómo complementarnos para manifestar. “Ellos y Ellas” es el aspecto de triangulación plural que nos permite ver lo creado en Red, lo que hemos hecho y logrado tanto para bien como para mal. Así se conforma la Sagrada Trinidad del Colectivo, el Amor, la Sabiduría y la Voluntad de la Red.

YO: Wow… Cada pronombre, es parte de un código, de un Merkaba del verbo… 

SOY: Y así encuentras los verbos que les complementarán, ordenados en la trinidad del Tiempo: pasado, presente y futuro; desplazándose en la trinidad del Espacio: sujeto, lexema y desinencia.

YO: Otro Merkaba del verbo…

SOY: Y el mismo, atraviesa los 7 chakras llamados Complementos: directo, indirecto, circunstancial, de régimen, atributivo, agente y predicativo.

YO: Me siento en la escuela de nuevo…

SOY: Parece que sí, pero comprender estos estados espirituales del verbo nos ayudan a comprender mejor el uso de las palabras y lo que creamos al pronunciarlas o escribirlas. Cada vez que formulamos una oración, como verás, estamos armando un merkaba de tiempo y espacio que es lanzado como una partícula a la infinita red de frecuencias, como paquetes de información, que al encontrar las resonancias correctas crearán un conjunto de datos capaces de manifestarse. Cada oración con su sujeto, su predicado y su verbo, conforman una sagrada trinidad equivalente a una célula, que por sí sola parece insignificante, pero en su interior posee el potencial de todo tu ser, y que, de reproducirse en resonancia a otras y agruparse en organismos, puede conformar un nuevo ser vivo.

YO: Es magnífico verlo así.

SOY: Ahora que lo sabes, tendrás mucho más cuidado al pronunciar tus palabras, al mencionar tus verbos, al disponer tus acciones, pues todas son creadoras en distintos niveles.

YO: Soy creador en cada palabra, pues mi verbo es la acción divina manifestadora.

SOY: Dime, pues, quién eres.

YO: Yo Soy el Verbo.