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CHi: Yo Soy el Vacío del Corazón

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YO: Si todo lo que existe fuera de mí es una sensación de mi mundo exterior, ¿es, entonces, el tacto la forma de sentir el latido de mi corazón pulsando en toda la existencia?


SOY: Tic Tac… El gran engranaje del tiempo que diseña el espacio es el latido del más bello corazón de toda la existencia, el pulso cósmico. El vacío, al tomar consciencia de sí mismo, se inspiró en lo que sintió, y tomó impulso, expandiéndose hacia el exterior, creando un latido que como eco volvería una y otra vez al centro. Este eco le permitía sentir todo lo que sucedía en su creación, unido a todo lo existente. Su inspiración y su exhalación son los ecos de un corazón cósmico que lo atraviesa todo como las olas al mar; surgiendo del centro hacia las costas, y volviendo hacia el océano. Las ondas llevan consigo la información de todo lo que han tocado. El Universo es como ese soñador que se ve incapaz de tocar sus sueños más que en la imaginación, extendiendo sus manos en la ilusión de que podrá sentirle, y engañando a la mente, lo logra. Percibe todas las sensaciones como si fueran reales, en un pulso y latido constante surgido de su inconmensurable amor por sentir lo finito en lo infinito. El tacto no existe, como nada de lo demás, pero el amor lo hace posible.


YO: ¿Cómo?


SOY: En su anhelo por sentir lo que contempla, el universo emite ondas. Igual que las olas, como un sónar, la vibración se expande tocando los objetos que hay en su paso, y al chocar contra ellos, devuelve la onda en forma de eco, cambiando la frecuencia de la misma, dando diferentes tonos, sensaciones que vuelven al centro. Estas ondas no son suficientes para percibir. Entonces, los constantes ecos empiezan a generar partículas de energía positiva y negativa. La misma onda se comienza a comportar como partícula, en un electrón, en un fotón. Así, la información no se dispersa en el océano, sino que se focaliza. La luz, la energía, comienzan a transportar datos reflejándose en los objetos, rebotando como en un espejo. Ese efecto permite que la mente universal pueda distinguir los cambios, los límites, algo que antes le era imposible. De esta manera, puede tomar consciencia de lo creado, puede percibir el mundo manifestado. Durante millones de años, este sistema fue perfeccionándose, hasta que las partículas comenzaron a agruparse en organismos biológicos, los cuales le permitieron a la mente universal tener mayor flexibilidad a la hora de recibir datos, pues los minerales o materiales inorgánicos no tienen la habilidad de percibir de la misma manera, ni de ser inteligentes energéticamente. Así fue que aparecieron las células, y las mismas replicaron el sistema del universo. Recibían los datos energéticos que transportan los fotones, y los procesaban en su interior como información, desarrollándose a partir de ello. El mecanismo se perfeccionó. Los átomos que conforman a las células interactúan magnéticamente con los átomos que conforman el medio ambiente, y en dicho magnetismo comparten energía, generan calor o frío, interactúan. Los pulsos eléctricos generados por la tracción magnética de los electrones, generan una reacción en el sistema nervioso, que decodifica esta información en ideas, en cognición, pensamiento, sensación, emociones…


YO: Todo por pulsos entre cosas que nunca… Nunca se han tocado…


SOY: Exacto. Tú nunca has tocado nada, absolutamente nada jamás. Es imposible. Lo único que has hecho es percibir la sensación de la fricción magnética entre electrones que se repelen, lo cual genera una descarga eléctrica que es percibida por las células nerviosas y administrada por las neuronas de tu cerebro.


YO: Saber esto es algo… Frívolo, hasta solitario… No sé…


SOY: Lo es desde el punto de vista de un ser que creía tocar las cosas. Pero es algo magnífico y pleno para un ser infinito que nunca pudo sentir nada. El sistema permite que la mente sea capaz de percibir, de manifestar, de sentirse… Viva. El Tacto es el sentido directo del Corazón Divino. En los cuerpos vivos, se extiende por toda la piel, todo el sistema tegumentario. Tegumento viene del latín “tegere” que significa “cubrir, proteger”. Podemos interpretar que la piel es el órgano más extenso del cuerpo, diseñado para protegernos del mundo exterior, pero desde la visión más profunda, la piel no sólo nos protege, nos comunica, nos permite interactuar, tener la sensibilidad de percibir, de compartir. Todo lo que sucede dentro y fuera de nuestro cuerpo, atraviesa la comunicación de las células de la piel, haciendo vibrar los átomos, transmitiendo la información del magnetismo entre los electrones. Así, todos los datos interactúan en esta fina capa de tu cuerpo, siendo registrados como en una especie de biblioteca.


YO: Construyen mi memoria pues.


SOY: Son tu memoria. La memoria celular radica en el sentido del tacto, en todas las interacciones. El pulso de tu corazón se extiende al pulso de cada vena y arteria que acaricia tu sistema tegumentario, y por ello, tus células de la piel laten al unísono con el corazón, informando al centro de tu ser sobre todo lo que sucede, contándole las historias y recibiendo sus propias historias. Cada célula es como un libro en esta biblioteca. Cada libro tiene una nueva frase, un nuevo código e información reescrito por cada célula, que percibiendo el mundo exterior la anota en sí misma para tener memoria de lo que pasó, pasa y pasará. La memoria de las células interactúan con lo externo y lo interno, y el pulso de tu corazón genera un eco en cada cosa que tocas, despertando los datos por magnetismo. Así se activa la memoria.


YO: Espera un momento, no sé si entendí bien. ¿Dices que el pulso magnético de los objetos o sujetos externos en fricción con nuestros propios átomos, impulsados por el latido del corazón, despiertan los datos que mis células registraron y comparten con dichos objetos y sujetos?


SOY: Exactamente. El tacto, tocar a otros, tocarse uno mismo, tocar la naturaleza, una piedra, un templo, un libro, todo ello despierta memorias compartidas. Como dije al principio, todo es un eco del único corazón, resonando los latidos como un sónar. En tu cuerpo yace la memoria de todas las cosas que tus células han registrado desde el inicio de sus tiempos hace millones de años. Si vuelves a un templo antiguo, y tocas sus muros, y prestas atención al latido de tu corazón, la reacción de los electrones de la roca con los electrones que componen tu piel, lanzarán pulsos eléctricos que despertarán la información emocional adecuada escondida en alguna de tus células, como una especie de Índice de un libro.


YO: Por ello una vez me explicaste que más allá de que podamos meditar y estar en todos lados a la vez porque todo es mente, es importante viajar, caminar, tocar, sentir con los sentidos, acariciar los sitios, pues la memoria no está en la mente, sino en las células.


SOY: Las memorias buenas y los malos recuerdos. Los traumas también están allí. Por ello, la piel es la primera en reaccionar ante un conflicto, secándose, o estando más grasosa, o sudando, o piloerectando (erizado de pelo dérmico). La reacción del tacto ante un abuso, un golpe, una caricia, el maltrato, las cosquillas, la violación, la sensualidad, la agresividad, ya sea directa (lo has vivido en tu propia piel) o indirectamente (es algo heredado por el clan), será una memoria reaccionaria en ti.


YO: Debo prestar atención a lo que siente mi piel, pues me habla de la relación que tengo con el mundo que me rodea.


SOY: Los problemas o enfermedades cutáneas, dérmicas, tegumentarias, hablan de cómo interactuamos con los demás y el medio. En la mayoría de los casos, desde la represión. Durante demasiadas generaciones, por milenios incluso, muchos individuos han vivido abusos de todo tipo, con agresiones, violaciones, golpizas, críticas a las apariencias, miedos, han confundido lo que es dar cariño, y han cubierto sus pieles por vergüenza.


YO: Aún hoy pasa, todos tenemos estos traumas culturales. Nos da miedo mostrar el cuerpo, hablar de él, nos da vergüenza, y muchas culturas siguen tapándose o apenándose de la connotación lujuriosa y pecaminosa de la piel y el tacto.


SOY: Aún estáis viviendo un tiempo de traumas en todos los sentidos, y vuestras pieles lo saben. Y aún así usáis las expresiones “tener tacto” para dirigirse a alguien en una situación, aún así no sepamos comprender este importante sentido, la inteligencia física. Haber dado tanta importancia a la Inteligencia Cognitiva mental, ha desprestigiado la Inteligencia Emocional y Corporal, relegándola a un plano de reacciones químicas, como si el pensamiento no fuera también una reacción química.


YO: Es verdad… En una búsqueda de racionalizar todo y desprestigiar lo emocional y lo corporal, la ciencia y la espiritualidad han menospreciado al alma y el físico a meras reacciones orgánicas, cuando todo lo es, incluso el pensamiento matemático o el dogma religioso, ambos son reacciones celulares.


SOY: Por ello, es importante conocer al propio cuerpo, hablar con él, sentirlo, no tener vergüenza de él, de hablar de él, de abrirse a compartir los cuerpos. Tocar los objetos con soltura abre las puertas a la biblioteca de la memoria. Pues cuando colocas tu mano en un muro, no escuchas al muro, sino al eco de tu corazón sobre él, tu propio pulso resonando en el magnetismo de tu piel, despertando lo que sabes de aquel sitio dentro de ti. Así lees la información del mundo, mediante el latido de tu corazón pulsando en toda tu piel.


YO: Es muy poético… Y nos invita a sentir, a abrirnos a percibir. Pero, ¿qué pasa con todo los traumas?


SOY: En lo profundo de la piel, se esconden todas las sensaciones que no han sido de agrado, placer o confort. Todo lo que ha interactuado contigo de mal manera. El cuerpo se protege, rechazando esta sensación. En lugar de transformarla, se rigidiza. La única forma de liberarte de esos traumas dermatológicos, es acariciando la piel, dándole baños con suavidad, tomando conciencia de cada parte del cuerpo, yendo a las zonas de dolor, a las zonas donde se encuentra el trauma, y enfrentarlo a través del tacto, pero esta vez con palabras e intención. Para una persona abusada, una caricia puede ser entendida como una agresión, y por ello, debe reeducarse la piel para comprender la caricia como una sensación placentera, y esto se realiza a través de que la misma persona se produzca placer a sí misma en la piel, sonriendo, acariciando, y hablando con sus células, como quien habla a un cachorrito o bebé asustados que no quieren salir por miedo. Con tiempo, paciencia y delicadeza, hay que recordarles lo hermoso del tacto, de lo fascinante que es percibir el mundo, y todo lo maravilloso que pueden llegar a perderse por el miedo.


YO: Educación celular… No es cuestión de eliminar el trauma, sino de reeducar las células para que reaccionen de manera diferente.


SOY: Pues una piel rígida no generará eco en el corazón, y un corazón expandido necesita sentir por la piel. Practicar el tacto consciente en quien vivió un trauma, le ayudará a liberarse para expandirse. Practicar el tacto consciente sobre un cuerpo sin trauma concreto, ayudará a liberar aquello que han vivido en la historia todos los seres pertenecientes a mi Árbol Genealógico. Practicar el tacto del mundo que te rodea, permitirá a una mente rígida a recordar, a percibir el alma del mundo. El Tacto ayuda a la memoria cósmica que todos compartimos, a despertar los recuerdos de otras vidas, y el entendimiento de la realidad desde lo más esencial e incondicional. Permítete sentir ese Amor Infinito en el Tacto de lo Finito. Pues la piel es el Amor hecho materia.

TAREA

EN BREVE

CÓDIGO

EXPERIMENTACIÓN CONSCIENTE= Cuando en el transcurso de vivir descubrimos que la vida va más allá de encajar y sobrevivir, empieza la búsqueda consciente, es decir, mirando hacia el futuro, con la perspectiva de cambiar lo que soy para ser alguien nuevo, en búsqueda de la libertad de mi cuerpo, alma y espíritu, viviendo en armonía con lo que me rodea.
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