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Hu: Yo Soy la Vida abriendo Caminos

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YO: El otro día, en uno de los mensajes dentro de la pirámide, me dijeron: “esto que haces, no lo haces para ti ni para tus coetáneos, sino para tus descendientes, los que vendrán en el futuro”. Y a veces, esta visión es sólo algo muy poético, pero no práctico. O sea, empezando por el hecho de que todo lo que hacemos, lo hacemos por nuestro propio bien. Si preguntas a la mayoría de la gente por qué hace lo que hace, suele responder: para vivir bien, o para ser felices. Todo se basa en uno mismo, en sentirse bien, libre, armónico, feliz, en paz. Pero son muy pocos los que hacen todo por aquellos que vendrán. Entonces, ¿cómo educas en la concepción de que ninguno veremos el fruto de nuestra acción?


SOY: Sé que no entiendes mucho de coches, pero, dime: ¿el volante ve a las ruedas?


YO: …Cómo? Me descolocaste… Jeje.


SOY: Cuando te subes a un coche, dime todo lo que haces, descríbelo.


YO: Bueno… Primero, me siento. Me pongo el cinturón de seguridad. Miro por el retrovisor, acomodo los espejos laterales. Enciendo el coche y, dependiendo de si es manual o automático, presiono los pedales correspondientes, cambiando las marchas, a primera o reversa, moviendo el volante para que las ruedas giren y marchen a la dirección que busco ir presionando el acelerador.


SOY: O sea que todas esas partes, tan únicas, separadas entre sí, las cuales no se ven nunca, funcionan todas en un mismo propósito. Pues es raro que una rueda logre estar en la presencia del volante o el retrovisor, o que el pedal sepa que es la palanca de cambio para quien está trabajando, con el objetivo de hacer funcionar el motor, el cual toma potencia por un combustible o electricidad que está en la parte trasera escondido en un depósito. Un coche normal posee hasta unas 90.000 piezas, todas con un objetivo: “generar movilidad”. No hace falta que se conozcan, que cada una sepa lo que hace la otra. Todas juntas, cada una en su función, hacen que el coche avance y te lleve a un objetivo. Algunas partes del coche son esenciales, o más viejas, y otras son adhesiones posteriores, nuevos accesorios que mejoran el funcionamiento común.


YO: Creo entender ahora por dónde vas…


SOY: Me alegro… Ahora, pues, imagina que el coche es en realidad tu árbol genealógico. Tú tienes una madre y un padre, y ambos tuvieron mamá y papá, o sea que tienes 4 abuelos. Pero éstos a su vez, tienen mamá y papá, es decir que posees 8 bisabuelos. Pero éstos tienen a los suyos, o sea que posees 16 tatarabuelos. Continúa con esta multiplicación simple, y habrás notado que para la Colonización de América en 1492, había al menos unas 90.000 personas esparcidas por el mundo que son tus ancestros. Sólo 528 años atrás. Desde luego que el cálculo no es perfecto, ya que muchos de tus ancestros no eran de familias distintas, sino hermanos y primos entre sí. Pero permítete imaginar… 90,000 piezas humanas sólo para que tú seas quien eres hoy. Piénsalo.


YO: Sí… No sé cómo tomármelo, si como un honor, una carga o una responsabilidad.


SOY: Bueno… Digamos que tú eres el coche. Las 90.000 personas de tu historia, han vivido sus vidas, con sus propios anhelos, deseos, conflictos, intenciones, objetivos, emociones, es decir que son únicas, y todo ello se fue encarnando en sus células como experiencia, como un mecanismo. Cuando tú tienes un objetivo y repites día tras día un acto con intención, esto se mecaniza, y se registra en las células, quedando como un acto naturalizado. Es en sí un resumen o acuerdo de intenciones a nivel celular que tú llamas “Herencia”. Esa información es transmitida en el momento del sexo, unificado a la intención mecanizada de la otra persona. Ambas células, al unirse, conforman un nuevo objetivo y propósito. Es como decir: ensamblar una rueda y el volante, así ahora el volante puede definir la dirección, y la rueda desplazarse hacia la misma. Ambos se necesitan mutuamente. Cuando los dos se unen generan un nuevo propósito: un hijo o hija, quienes ahora sabrán usar el volante y la rueda. Así, con cada generación, se suman accesorios a este coche que está siendo ensamblado por la fábrica biológica. Y en cada generación, se suma una nueva pieza a este coche.


YO: …Es como si, en realidad, todos estuvieran vivos…


SOY: Bien… La pregunta sería ¿Qué es una persona?


YO: ¿Cómo? 


SOY: Claro… ¿Qué define lo que es una persona? A ti por ejemplo… ¿Qué te define a ti?


YO: Bueno, me define mi humor, mi propósito, mi forma de comunicar, mi manera de ser con mis amigos, no sé, es difícil describirse a uno mismo.


SOY: Lo es, sí, porque solemos describir a la persona por lo que somos en relación a los otros, no a uno mismo. Persona viene de la palabra griega “Prosopón”, que significa “Máscara”, es decir, “que se pone delante de la cara”. Además, nos recuerda a una sensación latina: “Per-Sonare”, es decir “para sonar”, que es para lo que las máscaras servían en el teatro. Una máscara triste, una alegre y una enojada, ayudaban visualmente no sólo a ver la emoción del actor y actriz desde lo lejos, sino también a que sus voces hicieran eco y sonaran más fuertes para ser oídas a la perfección desde la última grada. Por esto, cuando hablamos de personalidades, sólo podemos referirnos a aspectos de percepción externa.


YO: ¿Y cómo debería definirme?


SOY: Por lo que tú buscas más allá de las personas que te rodean. Y suele ser en todos el mismo factor común: “ser feliz”, “ser amado”, “sentirme bien”. En cierta forma, son emociones e intenciones para con uno mismo que no influyen en los demás. O sea que lo que resume a una persona, son las percepciones, intenciones y emociones, el resto es un cúmulo de células y moléculas. Cuando el cuerpo muere, la energía que contenían sus células y moléculas, es decir sus emociones e intenciones, se transfieren al siguiente cuerpo vivo: los hijos.


YO: Lo que dices es que en realidad, una parte de esas personas vive en nosotros, nunca murió.


SOY: De igual manera que tú nunca morirás, sólo se desintegrará tu cuerpo, pero tus intenciones y emociones vivirán dentro de tus descendientes. Cuantas más generaciones pasen, esa intención y emoción se fractalizará con la de los demás que se vayan uniendo, y algunos se disolverán hasta ser un sueño del subconsciente. Pero allí seguirá, en el interior de cada persona viva.


YO: Entonces, el coche que soy ahora, contiene la información de todos los que fui.


SOY: Es fácil ver lo que heredamos de las últimas 4 generaciones, hasta los tatarabuelos, pues es probable que, si no les has conocido a estos últimos, alguna historia de ellos te llegará de la mano de tus bisabuelos. A veces, ni siquiera contamos con la información de nuestros propios padres, por ser huérfanos. Pero viven en ti, en cada emoción, intención, propósito y conflicto que posees. Así, tus futuras generaciones, sólo vendrán a mejorar el coche, a perfeccionarlo, a agregar accesorios. Los espíritus son esos ingenieros que buscan perfeccionar. Lo normal es que algunas piezas se dañen, se oxiden, dejen de funcionar y creen un problema en el coche. La mayoría de las personas siguen andando, sin consciencia de lo que les sucede. Tal vez una pequeña oxidación, o falta de aceite, pueda destruir el motor y arruinar toda la maquinaria. Entonces, consultamos a un mecánico, quien tratará de reparar el coche, pero un buen mecánico nos dirá: “tienes que tener en cuenta a esta pieza porque estaba dañada, necesita mayor atención y cuidado para que funcione todo lo demás”.


YO: En el caso humano sería como acudir a un terapeuta o un biodecodificador cuando tenemos un problema físico, que nos dice: “el problema no son tus rodillas, son tus abuelos”, y empiezas a sanar allí el vínculo con ellos y las cosas que no fueron liberadas.


SOY: Cuando una parte del coche se oxida, el coche se detiene, y deja de funcionar. Normalmente necesitará un cuidado especial, agua, aceite, para que el engranaje vuelva a moverse. Vosotros le llamáis “Enfermar”, que viene del latín “In fermare” es decir: detenerse. Si la función del coche es moverse y avanzar, detenerse hará que no llegues a tu destino. La causa de toda enfermedad es una pieza no cuidada, no atendida, una pieza que necesita atención, cariño, ser escuchada, observada. Pues los deseos, anhelos, conflictos, emociones, intenciones y propósitos de tus ancestros crean tu destino hoy.


YO: Por lo tanto, creer que lo que me pasa a mí es sólo mío, y que lo que le pasó a los ancestros es su problema, está totalmente errado. Incluso el hecho de que, cuando aparecen en mi vida, trato de sanarlo para eliminarlo, para dejarlo atrás, es como decir: el volante está oxidado así que lo limpiaré, lo sacaré y lo dejaré en el próximo pueblo, y luego seguiré solo.


SOY: Sería un destino fatal no poder doblar en la próxima curva, ¿verdad?


YO: Ya lo creo… Así pues, lo que debo lograr comprender es que todos vamos en la misma dirección, o al menos yo hoy tengo el mando del coche y lo dirijo a un destino, para el que todos deben colaborar, aunque algunas piezas no estén listas para hacerlo.


SOY: Esto es como si tuvieses una historia de nobles de alta sociedad que han logrado construir un Mustang descapotable, y tú decides llevarlo a la cima de una montaña por camino de tierra y roca.


YO: Bueno, de hecho lo hice una vez… Había alquilado un coche en Hawaii durante el Camino Harwitum, y el agente me vio joven, y en Hawaii, y me cambió el coche que pedí por un Mustang para que vaya a la playa y de fiesta. Y lo primero que hice fue subir al volcán, rayando toda la parte de abajo y rompiendo el techo descapotable por el viento del Kilauea. Jejeje…


SOY: Claramente tú has venido a romper el coche de los tuyos. Por eso todos te pedían mucha atención. Porque tu objetivo era tan grande, que los estabas arrastrando. Necesitabas una nave espacial, no un coche. Por ello vinieron tantas trabas en tu camino, conflictos, traiciones, desconfianzas, pérdidas de recursos, modificaciones en tus caminos. Porque las distintas partes de tu coche estaban rompiéndose, oxidándose, desajustándose debido a la intensidad de tus viajes.


YO: …Wow… Entiendo.


SOY: ¿Cuándo comenzó a ir todo bien en tu vida?


YO: Cuando compramos la casa…


SOY: Dime, ¿qué emociones había allí?


YO: Todo se remonta a que mi abuelo Héctor, el pequeño de la familia, había adquirido la casa donde mi madre y yo nacimos como un préstamo de sus hermanos. Pero no sabíamos eso hasta que murió y sus hermanos reclamaron la casa queriéndonos echar de ella. Los Destéfano eran muy machistas, y mi madre era la única que se ocupaba de este tema. Las demás mujeres de la familia la dejaron sola frente a todos sus tíos y primos, luchando por los papeles de la casa, quienes la desprestigiaron por ser mujer y le negaron los papeles, e incluso se rehusaron a vendérsela a ella por no estar casada. Mi madre reflejó allí la impotencia de todas las mujeres de los Destéfano, que fueron o bien menospreciadas, o terminaron por abandonarlos. Siempre abandonando o perdiendo una casa en la siguiente generación. Recuerdo que ese día de la discusión a mí se me murió un conejo, y lloré todo el día, y ahora sé que era un reflejo de lo que estaba pasando. Me sentí culpable en nombre de todos los hombres, incapaces de soltar el poder, llamando la atención. Me sentí responsable de no poder ser yo quien devolviera la casa, pues me sentí igual que mi abuelo, negando lo obvio, abandonando a mi madre y las demás mujeres por temor a los hermanos mayores. Entonces, apareció en mi madre y en mí el sello del No Reconocimiento del Clan Familiar. Mi abuelo nos negó, así como sus hermanos. Pero también nos negó mi padre, quien no quería responsabilizarse a tan corta edad. Pude ver con el tiempo y la perspectiva, que el No Reconocimiento del Clan es algo común en todos los humanos, y seguramente es porque, pensando en la multiplicación de las personas hacia el pasado, si hace mil años la población mundial era de 100 millones, y esa es la misma cantidad de personas necesarias en unas 26 generaciones para que yo exista, entonces todos los humanos somos familia, y todos tenemos los mismos traumas. Nuestro hogar, el que perdimos, es la Tierra, el padre que nos la negó es la Religión, el mandato patriarcal que nos dijo que el Reino de los Cielos es de los pobres, o que ser de las castas pobres en esta vida es una bendición porque en la siguiente serás rico. Todo el desprestigio al ser parte, al echarlo del clan si es diferente, al tener lo propio, al valerse por el poder interior, al ser reconocidos, todos tenemos la misma raíz, no era una cuestión sólo de mi familia.


SOY: ¿Y qué hiciste para romper el coche?


YO: Convertí al Mundo en mi Casa, y a la Humanidad en mi Familia.


SOY: ¿Y cuál fue el resultado?


YO: Un desastre…


SOY: ¿Por qué?


YO: Porque me quise ocupar de todos los coches del mundo, cuando ni siquiera podía conducir el mío propio.


SOY: Entendiste que saber conducir no te hace ser dueño de todos los coches del mundo… No?


YO: Sí, que no puedo cambiar todo ni innovar los coches del mundo sin primero arreglar el mío. Entonces, decidimos con mi madre sanar a mis ancestros. Unir al primer no reconocido de nuestro clan, mi tatarabuelo. Nos cambiamos el apellido al original, de Destéfano a De Stefano, ya que el cambio del apellido había sido justamente por el odio que mi bisabuelo tenía a su propio padre. Así unimos el pasado con nuestro presente. Honramos a los muertos tratando de cumplir con las cosas que habían quedado pendientes en ellos. Y en nombre de todos ellos puse todo lo que teníamos para comprar una casa antes de 2020, para comenzar el Camino YOSOY arreglando mi árbol. Eso implicó también que algunas piezas salieran despedidas, y parte de mi familia se separó en el proceso.


SOY: Hay piezas que no están listas para el cambio…


YO: Sin embargo, apenas pusimos un pie dentro de la casa, todo comenzó a funcionar… Y tras años de negación de nuestra rama italiana, los documentos de nacionalidad me llegaron el día de mi cumpleaños 33 aquí en Egipto.


SOY: El reconocimiento de todas las piezas de tu coche… De tu Árbol.


YO: Lo mismo sucedió el día que busqué a mi padre. Sólo quería encontrar a mis hermanos, pero a su vez, sanar la otra parte de mi árbol. Le dije a mi madre que sentía que sólo andaba con una pierna, y necesitaba la otra para poder avanzar. Al sentarme delante de mi padre él aceptó que no estaba dispuesto a reconocerme, pero le dije que no buscaba su reconocimiento, sino que yo buscaba reconocerle a él. No lo entendió, pero con el tiempo y sin buscarlo, me reconoció. Y un día, buscando la casa que queríamos comprar, vimos que era su inmobiliaria la que la vendía. Fue, pues, mi padre quien nos facilitó tener casa, lo cual celebramos todos juntos en las fiestas empezando el 2020. Mi familia paterna y la materna, juntos, en la nueva casa. Los caminos se unieron, mis dos rodillas se afirmaron. Y pude entender… De Stefano viene del griego “de stephané”, es decir: “De la Victoria”, y Bide, mi apellido paterno, viene del euskera: “Camino”. El Camino de la Victoria. Sé, pues, que todas las intenciones de nuestros ancestros viven en nosotros, que somos el resumen. Que sanar el pasado no es dejarlo ir, es integrarlo, que nuestros objetivos en la vida son la suma de los fracasos e intenciones de nuestros ancestros.


SOY: Lo único que te dará libertad en el camino de la vida es la unión de todas las partes. No puedes dejar ninguna pieza fuera de tu ser, sólo debes atenderles con amor, reconocerles, cuidarles, y funcionarán en pro de tu destino.


YO: Yo Soy mis ancestros, y sólo así, desde esta consciencia, es que puedo construir mi presente y mi futuro, que es de las generaciones que vendrán, de las cuales yo seré una pieza fundamental.


SOY: Ahora entiendes cómo educar a que hagamos lo que hacemos para las generaciones que no veremos… Pues lo que haces con plenitud en tu aquí y ahora, cada paso que das, cada escalón que subes, cada destino al que llegas, cada vez que te inclinas ante la derrota, cada vez que saltas de alegría, todo lo que hiciste, haces y hagas, quedará impreso en tus rodillas, en tus células, en tu mente, en tu emoción, y la misma vivirá eternamente a través del tiempo, de las generaciones. Sé la mejor versión de ti mismo, concéntrate en ser feliz como buscas, en vivir bien, en equilibrio, y aquello con lo que tu persona resuene llegará hasta la última grada del teatro de la vida.


YO: Yo soy mi familia, yo soy el árbol, yo soy el destino de todos los que viven en mí.


SOY: Y yo soy el último destino…

TAREA

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CÓDIGO

VIBRACIÓN “I”: En el corazón del cosmos, el alma genera la energía, positiva y negativa, que vibra alto en este sonido, invadiendo todos los espacios posibles con su pulso, su latido, haciendo vibrar la creación hasta su límite, generando luz, energía, emoción.
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